126. LA TELARAÑA (Rafa Heredero)
Papá murió cuando yo era muy pequeño, y quedé al cuidado de mi madre, mi hermana mayor y mi tía. Durante años no pude despegarme de ese ambiente opresivo de un hogar custodiado por mujeres siempre vestidas de luto, con sus cabellos recogidos en apretados moños. Hasta que, a espaldas de sus abrazos, busqué trabajo en otra ciudad y conseguí zafarme de los finísimos hilos que seguían tejiendo a mi alrededor.
Fue la época más feliz de mi vida, sobre todo cuando conocí a mi futura esposa, una de esas mujeres, tan distinta a las que había conocido, ante cuya belleza te retraes de modo instintivo, aunque no puedes dejar de mirarlas. Ella, acostumbrada a causar esa sensación entre los hombres, quiso retarme con su mirada. Me sentí muy afortunado de ser el elegido.
Tuvimos un noviazgo breve y placentero, y decidimos casarnos enseguida. No pude evitar que ellas acudiesen a la boda. Llegaron vestidas de primavera, llorosas, alegres, excitadas. Nunca las había visto igual, pero no me dieron miedo. Ya era libre.
Poco después mi mujer se quedó embarazada. A ella le encantaban los críos. Y a los nueve meses nacieron dos niñas preciosas. Mellizas. Las primeras.
Imposible escapar de esos hilos casi invisibles destinados a dirigir tu vida. ¡Qué se le va a hacer!. El relato es todo un diario de un naúfrago.
Suerte tocayo.
Gracias, Rafa. Sí, parece que ese hombre no puede deshacer las telarañas que tejen a su alrededor. Es imposible no caer en su redes.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho, Rafa. Me lo imagino como si, una vez que consigue escapar de la opresión de las mujeres de su isla, se hubiera convertido en el faro que ahora las va a iluminar a ellas.
Un abrazo.
Muchas gracias por tu comentario, Patricia. A ver si se ve con fuerzas de ser ese faro que apuntas entre tanta telaraña.
Un abrazo.
No comprendo cómo los abrazos pueden significar opresión y causar deseos de zafarse de ellos a tal punto que ni siquiera los quería en su boda… Si las mellizas fueron castigo, merecido lo tuvo!
Gracias por pasarte por aquí y dejar tu comentario, María. Bueno, quizá una vida asfixiante entre esas mujeres enlutadas… si no le dejaban ni a sol ni a sombra… quizá necesitase buscarse otra vida que ellas no le permitían. La mellizas, y las que viniesen después, bien pudieran ser su castigo, como dices.
Un abrazo.
Tienes razón Rafa. Tanto amor puede ser muy opresivo. Vamos a ser optimistas y pensar que las mellizas son como su madre, distintas. Me encanta toda la polémica que ha levantado tu relato. Una prueba de que la buena literatura nos hace imaginar, pensar, decidir. ¡Muchas Felicidades!
Gracias de nuevo, María. A ver si tiene más suerte esta vez, con las mellizas, y con las que lleguen…
Un abrazo.
Nació destinado a vivir entre mujeres. Se escapa de los brazos de unas para acabar en los brazos de otras… No se puede evitar lo inevitable. Aunque en este caso creo que es un privilegiado que todavía no se ha dado cuenta. Quizás lo haga ya de mayor. Buen relato, Rafael. Suerte y saludos
Ahí te doy toda la razón, Juana. Vivir entre mujeres es un privilegio. Si tiene suerte se dará cuenta de ello antes de hacerse mayor. Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Me ha dicho un pajarito que una de las mellizas se queda soltera, pero adopta a dos niñas, y la otra se enamora de una amiga suya, jajajaja si no quieres arroz, toma tres tazas
Me ha gustado y me he divertido mucho, pues tu micro me sugiere un montón de finales.
Un abrazo y suerte.
Ja, ja, Rosy… y eso con las mellizas que conocemos, que las que están por llegar, sean las que sean, a saber cómo le salen. Gracias por tu comentario, pucelana entre pinares.
Un abrazo.
Rafa, extraña relacion la de este niño con su entorno femenino. Nos has contabo muy bien sus rarezas y peculiaridades. Suerte y saludos
Muchas gracias por tu comentario, Calamanda. Parece que el protagonista no se lleva muy bien con ese entorno femenino y sus tejedoras de telerañas.
Un saludo.
Esos ambientes de mujeres enlutadas siempre me traen a la memoria ‘La Casa de Bernarda Alba’. Donde nunca aparecen hombres, al menos físicamente.
Rompe una tela de araña muy fuerte que le oprime y empieza a tejer otra nueva. Esperemos que no sea tan agobiante.
Suerte.
No sabremos cómo será la nueva telaraña que se empieza a tejer en torno a él de nuevo. Quizá no se tan agobiente, como dices tú, o sí… Que cada uno se imagine su futuro como más le guste. Muchas gracias por tu comentario, Esperanza.
Un abrazo.
Jajaja muy bueno Rafa, no hay manera de que tenga relación con un mundo masculino pero… a lo mejor eso le está salvando :)) Abrazos y suerte
Gracias, Manuel. Oye, que me apunto a lo de ir a tus islas. A lo mejor con las telarañas que se tejen por allí también nos salvamos nosotros. Resérvame ese hueco que me has prometido.
Un abrazo.
Cuántas cosas pueden sucederle a este hombre, la misoginia que se ha apuntado en otros comentarios, o quizá una sexualidad poco definida. En todo caso, seguro que el contacto con tantas mujeres le ha enriquecido y no poco, lo que puede que ocurra es que está pidiendo a gritos un cierto equilibrio. Aunque tampoco debería quejarse por tener descendencia femenina, si alguien está acostumbrado a convivir con el otro sexo es él
Suerte y un saludo.
Muchas gracias por pasarte por aquí y dejar tu comentario, Ángel. Ese hombre no sabe la suerte que tiene al vivir entre mujeres, pero no se queja. Lo que no sabe es lo que le espera cuando se enreda en esa nueva telaraña que le van tejiendo sin que él se dé cuenta.
Un abrazo.
Rafa, como el título indica, un pequeño insecto atrapado en los hilos tejidos por las mujeres de su vida. Estoy convencido de que el cetro familiar, o sea, el mando de la televisión, ni lo tocará, jajaja. Muy bueno. Abrazos.
Hola, Ana. No, no he modificado ningún párrafo. Tu segunda interpretación se ajusta más a mis intenciones al escribirlo, incluso con esa telaraña que parece atraparle de nuevo, al final. ¿Quién sabe? Muchas gracias por pasarte por aquí y dejar tu comentario.
Un abrazo.
¡Ay, esas tejedoras, Salvador! ¡Cómo nos enredan con sus hilos! Sé de buena tinta que el hombre este no ha podido ver ningún partido de fútbol en su casa, ni siquiera la final de la Champions. Menos mal que tiene un bar al lado de su casa. Gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Hay gente que por mucho que corra para alejarse de algo se lo acaba encontrando de frente. Da miedo pensar que hay cosas de las que no puedes huir por mucho que quieras. Muy bueno. Mucha suerte. 🙂
Muchas gracias por tu visita, Juan Antonio. Tienes mucha razón en eso que tan bien explicas. ¡Y qué miedo da! Parece que a veces no podemos escapar de nuestro destino hagamos lo que hagamos.
Un abrazo.
Una vida rodeada de mujeres. Bien contado. Un beso
A veces esa no parece una vida tan mala, Concha, aunque claro, según cómo se vea. Muchas gracias por pasarte por aquí.
Un abrazo.
Al final las plantará a todas y se largará con un culturista de dos metros. Este hombre se muere, se va al cielo y descubre que Dios es mujer. Buen trabajo. Suerte.
Saludísimos.
A lo mejor le gusta estar enredado en esa nueva teleraña. Quién sabe. Si Dios es mujer seguro que le enreda, o se deja enredar. Algunos son muy suyos.
Gracias por pasarte por aquí y dejar tu comentario.
Un abrazo.
Muy bien recreado ese ambiente opresivo y tenebroso al principio del relato y muy bueno también el suspense de ese final abierto en el que nos insinúas que de nuevo quedará enredado en otra telaraña. A mi me queda la esperanza de que esta nueva situación no sea tan opresiva como la anterior, pero nunca se sabe.
Suerte y abrazos
Muchas gracias por tu comentario, Anna. Pues a ver si esta vez tiene más suerte, que las mujeres sabéis tejer muy bien vuestras telarañas, y a nosotros se nos da bien enredarnos en ellas.
Un abrazo
Gracias, Lorenzo. Tu comentario me lo reservo para releerlo cuando me encuentre bajo de moral. Seguro que me va a subir el ánimo desde la primera línea. Muchas gracias de verdad por tus palabras. Y, en cuanto a tus deseos, no desesperes. Seguro que encuentras a tu tejedora cuando menos te lo imagines. La vas a reconocer en la mirada. Piensa que ya estará empezando a tejer los hilos que te van a enredar, eso seguro, aunque tú no lo sepas. Pero luego no te quejes, ¿eh?
Un abrazo.
Pues yo creo que en el fondo, y de una manera inconsciente, el crea esa telaraña. Y en el caso de que escaparía de sus nuevas mujeres, volvería a encontrar otras féminas tejedoras.
Saludos y suerte, Rafa.
Eso seguro, Inés, caería en una telaraña de otra tejedora. Con lo bien que manejáis los hilos no lo pongo en duda. Muchas gracias por el comentario y la visita.
Un abrazo.
Tu relato nunca deja indiferente a nadie. Están tejidos con una tela especial que te llama la atención, te hace acercarte y cuando te das cuenta ya no puedes escapar mientras el aliento de un nuevo relato te va llegando.
Aquí otra muestra del Spiderman del microrrelato. Te llena, te recuerda al teatro de Lorca, respiras cuando se salva y sonríes cuando vuelve a aparecer la araña.
Y yo que estaría encantado de que me pasase en mi vida un final como el de tu protagonista…
Muy bueno, a ver si el laberinto no se hace tanto de esperar… Un abrazo, Rafa.
(No sé por qué este comentario ha salido donde no debía. En fin, te lo copio de nuevo aquí.)
Gracias, Lorenzo. Tu comentario me lo reservo para releerlo cuando me encuentre bajo de moral. Seguro que me va a subir el ánimo desde la primera línea. Muchas gracias de verdad por tus palabras. Y, en cuanto a tus deseos, no desesperes. Seguro que encuentras a tu tejedora cuando menos te lo imagines. La vas a reconocer en la mirada. Piensa que ya estará empezando a tejer los hilos que te van a enredar, eso seguro, aunque tú no lo sepas. Pero luego no te quejes, ¿eh?
Un abrazo.
Felicidades, Rafa.
Es un relato precioso. No lo leí en su momento, pero ahora entiendo el merecido premio. Enhorabuena.
Un besazo.
Felicidades Rafa. Tu telaraña ya me atrapó cuando te leí la primera vez y ahora que ha atrapado este mercidísimo puesto de honor, me da la oportunidad de volver a leerte.
Enhorabuena. Besos
Felicidades Rafa, magnífica telaraña en la que nos has enredado y merecido premio.
Un saludo, Evelyn.
Muchas gracias por vuestras felicitaciones, Towanda y Anna. Me alegro de que os haya gustado. Y a ti, qué decirte, Evelyn, que muchas gracias de nuevo, y que es un honor que estas arañas compartan páginas con tus pájaros.
Saludos.
Felicidades, Rafa, ya estás en el libro. Relato muy «sencillo», clarito, cercano, de lectura muy fácil, difícil de conseguir. Creo que Lope de Vega era claro, llano y sencillo. Finalizas con humor, pues el destino le tejió otra tela de arañas, jeje.
Eso es mucha tela que cortar, Javier, pero gracias por el comentario.
Un abrazo.