4. TRAPPED IN THE LABYRINTH (J.Redondo)
De feo aspecto, despeluchado, ateo, depravado y portador de un ojo de cristal, George Spencer, sirviente de la New Haven Colony, fue duramente flagelado hasta serle arrancada la declaración. Aunque posteriormente retractó ante el juez, esta confesión fue considerada válida como la del primer testigo de los dos que marcaba el laberinto legal de aquellos alienados puritanos. La prueba era aquel cerdito, nacido tuerto, acto de Dios por el que su divinidad quería mostrar, en su infinita sabiduría, la evidencia del pecado. Qué mejor segundo testigo del flagrante lascivo “animalismo” de nuestro descreído sirviente, que la cerda paridora del cochinillo. Evidentemente, si esta impúdica suina hablase, reconocería la paternidad de George. El proceso quedó así cerrado y sentenciado en Connecticut.
Y en 1642, la cerda, madre del gorrino tuerto, fue ajusticiada a espadón y George colgado en el patíbulo.
Tres años más tarde dos deformes puercos nacían en esta granja de New Haven Colony. Sus rostros eran de extraordinario parecido al de otro sirviente, Thomas Hogg. Éste, también de impíos antecedentes y amigo de lo ajeno, advertido, resistió cárcel y tortura sin confesar ni desfallecer. Esta vez, el juez no pudo alegar el testimonio de los dos, indispensables, bíblicos testigos.
Jesús Alfonso, esos originales expedientes debían ser un verdadero laberinto; y parecen llevar al mismo sitio. Nos cuentas leyenda o realidad… Suerte y saludos
Hace años que un amigo me contó esta historia. El hombre estaba alucinado y la corroboramos en «internet».
¡Cuántos sucesos igual o más truculentos que estos habrán sucedido!
Es cierto que la realidad muchas veces supera a la ficción.
Gracias por comentar, Cala.
Joder, Jesús, me gusta, hemos saltado del corpulento minotauro a engendros mitad humanos mitad cerdos, y alguno hasta tuerto. al juez creo que lo tienen alucinados como a mí al imaginar tales engendros. Suerte con tu laberinto
Gracias Manuel por pararte a leerlo y comentarlo.
Me ha encantado, Jesús. Me imagino, ya investigaré, que nos relatas un hecho en verdad acontecido. Encima, cielo, ahora políglota. El mes pasado en euskera y este en inglispitinglis ¡que bien te sienta la abuelidad!!!
Abrazo.
Gracias por animarme. Espero que ya estés en activo y sin secuela y sin ahorros para el nuevo coche esta vez «blindado» por favor que te queremos muchos años en ENTC.
Besos.
Jesús Alfonso, si los medios de declaración de los detenidos no hubieran cambiado, más de uno se declararía padre de las criaturas.
Me pongo malo de pensar en el arrancamiento de uñas.
Un abrazo
Seguro que hubo algún cabrón instigando la denuncia y el proceso. No se puede quitar ni la novia ni la cerda a nadie.
Un abrazo Epi.
Bueno, ya puedo comentar otra vez, que este mes no soy jurado 🙂 Me gusta mucho el relato, que suena a historia real o al menos posible, porque solo la realidad puede parir un sistema de justicia tan surrealista. Y no es que haya mejorado en exceso con los años, la «justicia» sigue siendo laberíntica. Por cierto, ¿lo de que el tal Thomas se apellide Hogg es intencionado o una casualidad genial? Saludos.
Pues si la historia fue cierta, así la han cronificado y si fue ficción, no alcanzo las razones del inventor para apellidar Hogg al segundo sujeto. Puede que hayas dado una pista para dudar de la veracidad del hecho. Es mucha casualidad apellidar «cerdo» al sujeto en cuestión. Pues más o menos como os lo he contado es lo que refiere la crónica, por supuesto en muchas más de 200 palabras. Está accesible.
Saludos.
Curioso relato que acerca a la vez que aleja la realidad de la justicia. Pura metáfora y «al que le pique…»
Un saludo
Yo no soporté la carrera de derecho pero, jugando a aprender latinajos, aun conservo en la memoria un definición de justicia: «Ratio divina seu voluntas Dei ordinem naturalem conservari jubens, et perturbari vetans»
Pues ala los cerdos en su sitio y los humanos solo a comer jamón y panceta.
Gracias Montse.
La crónica resulta adictiva a medida que la vas leyendo. Curiosa y divertida manera de enfocar el laberinto. Mucha suerte 🙂
Muy interesante historia esta que nos traes sobre la historia de los orígenes de los Estados Unidos. ¡Y a mí que me da que en muchos aspectos sigue habiendo gente en aquel gran país que sería capaz de lo mismo hoy en día. . .! Un saludo, hermano.
En el primer caso se sentó jurisprudencia y el segundo fue suficientemente inteligente de no confesarse culpable (se necesitaban dos testigos y uno de ellos debía ser el propio acusado). Buena historia (real), que como la cuentas nos obliga a seguir indagando para descubrir otros relatos de bestialismo. Atrapa en la lectura. ¡Suerte!
Saludos.
P.D. http://journals.psu.edu/index.php/phj/article/view/25540/25309 en este enlace he leído esta y otras interesantes historias.
Muy buena imaginación, Jesús Alfonso, este en su día lo escribe Hesíodo y hoy se estudiaría en las aulas.
La madre del gorrino tuerto puede que diese buenos jamones y así apaciguar mentes perversas. Thomas Hogg seguro que pudo catarlos.
Los jueces aún dudarán en su cautela.
Somos perversos por naturaleza. Puede que un día espabilemos.
Un abrazo.
Y a mí que me resulta hasta atractivo el Yorchespènser….Me encantan estas historias que entroncan con lo más profundo de la Edad Media, que aunque no es el caso,tiene ese corte irracional al que nos tiene acostumbrados. Fantástica ambientación, Jesús Alfonso . Un beso
Que buena narración, eran tiempos difíciles aquellos, para los humanos y para los animales. Muy bien recreado.
Saludos.
Jesús, se ponen los pelos de punta con tu historia, ¡qué barbaridades se hacen a veces en nombre de la justicia¡. Y como siempre con tu tono de humor,que hace disfrutar del cuento, sigue por favor…
Por lo que veo, eso de que la realidad supera la ficción viene desde hace mucho tiempo atrás.Tiene uno que leerse varias veces el relato para creérselo.
Genial, my friend
Muy bueno. Eres adictivo, como las piruletas, que empiezas y no acabas hasta el palitroque final.
Enhorabuena por la mención, Jesús, no me extrañaría que esté basado en hechos reales pues todas las religiones son iguales. Truculento relato para laberintos.
¡Enhorabuena!