(Q.U. 12) Lejos de las montañas
Sentado en el pupitre, mientras la maestra enumeraba los ríos peninsulares y a Merceditas se le deshacían las trenzas, Juan miraba por la ventana. Solo veía montañas, enormes y oscuras, rodeando el pueblo, encerrándolo. Su rotunda presencia le hacía sentir algo que le oprimía y le inquietaba, como un ahogo, como el latido de una amenaza. Juan nunca había subido a las cimas de las montañas, pero soñaba con lo que habría tras ellas, lejos del alcance de su sombra: largos caminos soleados, anchos paisajes de cielo infinito, sencillas y amables colinas…
En el aula, la voz de Doña Luisa abandonó la monotonía fluvial por la hondura poética de “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Juan dejó de mirar por la ventana y escuchó con el corazón. Al terminar la lectura de los versos, en el silencio atento o adormecido de los niños, la maestra dijo “Antonio Machado”, igual que si anunciase a alguien que acabara de entrar por la puerta. Alguien muy querido.
Esa tarde, Juan supo qué había más allá de las montañas: los maravillosos Campos de Castilla. Donde un día, él también correría libre, como el alma de aquel poeta.
A través de algunos autores, cada cual los suyos, muchos hemos podido viajar más allá de nuestras cuatro paredes.
Un beso, Asun.
Asun Gárate, este es un relato con un fluido propio, con cadencia, tanta que se hace oír cuando uno se lo lee a sí mismo, como si alguien ya nos lo hubiese usurpado para leerlo en alto,con una voz dulce, como de poeta. Es precioso
Es un cuento muy tierno Asun, mezclando niños y poetas, deseos por cumplir. Sencillamente bonito.
El último párrafo me llenó de emoción. Todo el relato lindo. Felicidades!