68. Rastreando el olvido
Desde aquella cama de hospital pasea incansable por su mente buscando resquicios de una vida que probablemente tuvo y que añora a cada minuto.
Se recuerda vagamente en lugares que no conoce, con personas que estima sin saberlo, y en situaciones en las que no es más que un extraño o un observador casual.
Son secuencias de momentos inconexos e inacabados con las que convive a diario, y que poco a poco le van robando su identidad, y sin identidad nada tiene sentido.
Pero aquella noche, en otro de sus paseos por ese laberinto en el que se había convertido su memoria, alguien se dirigió a él. No sabía quién era, aunque algo le decía que la conocía desde siempre.
Pronunciando un nombre que aceptó como suyo, aquella mujer cogió su mano y fue guiándolo entre sus recuerdos, mostrándole la única salida que conocía. Entonces le pidió que aguardase ante ella, atravesándola ella misma a continuación.
Apenas un instante después, todos sus recuerdos fueron hilándose para devolverle la esencia de aquella vida perdida. Ahora todo tenía sentido para él, tenía consciencia de sí mismo, y de su mujer, que años después, aguardaba a tan solo un paso de él.
Alfonso, está relatado con mucho sentimiento, como un narrador antiguo, que sabe de la vida, precisamente, lo que busca tu protagonista. Has descrito muy bien el proceso de recuperación de memoria tras un estado de amnesia. solo se me escapa el último detalle, pero seguro que es por mi obtusa mente, en esta oración: «y de su mujer, que años después, aguardaba a tan solo un paso de él». Entiendo que es la salida es su mujer, la misma que le espera a su lado, pero la salida de qué. Supongo porque ella ha sido su guía. Pero creo que algo importante me dejo por el camino, seguro que más adelante con los comentarios encuentro mi perro lazarillo. Un abrazo.
Gracias por el comentario Lorenzo.
Dudo mucho que tu mente pueda considerarse como obtusa, en todo caso mi escritura. Lo que quería expresar al final del relato es que el protagonista, enfermo de alzehimer en fase terminal, consigue recuperar su memoria gracias a su mujer, a la que perdió hace años. De ahí que ella «solo» conociera una unica salida al laberinto en el que se habia convertido su mente.
Un saludo Lorenzo.
Vaya, veo que me he liado un poco con esto de los comentarios. Te decía Lorenzo que había intentado reflejar al final del relato como el protagonista, enfermo terminal de alzehimer, encuentra a través de su mujer, a la que perdió hace años, la salida al laberinto en el que se habia convertido su mente.
Un saludo.
Hola, Alfonso. Muy bien descrita esa sensación de desasosiego que siente tu protagonista ante la pérdida de memoria, y que le lleva a intentar recuperar su identidad en un mar de recuerdos desvanecidos. Hasta que el «encuentro» con la que fue su mujer años atrás le devuelve la lucidez. Puedo pensar que se trata de un viudo, al que en el momento de su muerte viene su mujer a buscarle y señalarle la salida a la otra vida. Igual me he puesto muy trascendental. De todas las maneras, me ha gustado muchísimo cómo lo has contado. Felicidades, suerte y saludos.
Gracias por el comentario Juana.
Efectivamente el final es mas o menos como lo has deducido. En este caso el concepto de laberinto me llevó a pensar en esta maldita enfermedad en la que los afectados tienen que rastrear su propia vida entre el lento desgranar de sus recuerdos.
Un saludo.
Alfonso, sus distintas lecturas le confieren a tu relato más apertura, has llenado de sensaciones positivas; la maraña de sus recurerdos. Suerte y saludos
Gracias Calamanda.
Quizá el final es algo mas abierto de lo que yo pensaba, pero puede que eso le haya dado, como tu dices, algo mas de valor al relato.
En cualquier caso me alegra que te haya gustado.
Un saludo.
Estaba leyendo encantadísima, hasta el final en que me he quedado desconcertada. ¿Qué pasó? ¿Quién debe aguardar a quién y en dónde? ¿En la salida a la otra vida? No sé. Pero leí absorta con esa descripción tan puntual que haces de ese pobre señor. Hasta ahí, me gustó mucho!!!
Siento que te hayas quedado desconcertada al final María. En este caso la que espera a que él de el último paso es su mujer, que le dejó hace tiempo, y es la que le ha guiado por su mente hacia la única salida que conocia.
Un saludo.
Gracias por la explicación, Alfonso. Ahora sí, ya lo entiendo, aunque tal vez tu intención fue que cada quien le diera la interpretación final que quisiese. Así que igual, muchas felicidades. Estupenda descripción de una enfermedad tan terrible! Saludos!
Hola, Alfonso.
Bueno, creo que a mí me ha pasado un poco como a Loren. La primera parte la entiendo como un hombre perdido por una enfermedad (amnesia, coma, alzheimer, no sé) y es su mujer la que le indica el camino.
Puede que ella esté muerta y le indique la salida porque aun no es su momento, pero no sabría explicar el verdadero sentido que tú le querías dar.
Un abrazo y disculpa mi torpeza.
Buenas Towanda.
Como decía en comentarios anteriores la posible confusión es solo culpa mia al, posiblemente, haber dejado el final un tanto abierto.
En este caso ella le indica la única salida que conoce, que es la de la otra vida a su lado.
Un saludo.
Algo así debe ser la mente de alguien que está en coma. Funcionando sin parar, notando algún estímulo exterior. Pero sin lograr esa conexión que consiga que su cuerpo se mueva también.
No sé si esa es la explicación o tal vez perdió la memoria por alguna enfermedad degenerativa.
Sea alguna de las dos, o ninguna, la explicación me ha gustado mucho cómo lo cuentas.
Suerte.
Gracias Esperanza por el comentario.
Me alegra que te haya gustado.
Un saludo.
Yo lo veo así…
Su mujer, a base de amor y constancia, logra tirar del metafórico hilo de los recuerdos de su enfermo esposo.
Gracias a ello, él comienza a recordar, y lógicamente a la primera que reconoce es a su mujer, esa que, segundos antes, para él era una completa desconocida.
A lo mejor se me ha ido la perola, pero yo lo veo claro.
Y ahora el autor me dice que no he dado pie con bola, y yo desaparezco avergonzadito…
Que demonios, que sí, que he acertado.
El título no puede ser más clarificador…
Hola Alfonso. Me encanta verte por aquí porque cualquier excusa es buena para disfrutar leyéndote. A medida que iba leyendo tu relato he ido anticipando historias diferentes que tu has ido encauzando con sentida redacción hacia el significado que como escritor querías darle.
El final lo he interpretado (por mi culpa) como que tiene un momento de lucidez antes de morir (ese momento que parece empujar a muchos terminales en los que milagrosamente mejoran unas horas para despedirse de la vida). Creo que le relato es técnicamente perfecto (parágrafos cortos, simétricos…) que lo hace de fácil lectura pero que al final acaba siendo lo de menos porque la historia está bien hilada y no hace falta ningún artificio para seducir al lector.
Sé que valoras opiniones que señalen defectos Alfonso, pero es que yo no cambiaría ni una sola coma, además, porque tienes una manera de explicar historias (seriedad, aplomo, objetividad y originalidad) que identifico como tuyo y que personalmente hacen que me gustes como escritor (amén del cariño que te profeso por la paciencia que tienes siempre conmigo). Un abrazo y mucha suerte 🙂
Terrible enfermedad, que a cada paso te va borrando los recuerdos, los nombres y lo más importante, las personas más queridas. Lo narras con una gran delicadeza.
Suerte, un abrazo.
Tu relato está lleno de imágenes que nos ayudan a entender la angustia del enfermo, como cuando hablas de «una vida que probablemente tuvo y que añora a cada minuto» y uno se queda pensando ¿cómo se puede añorar algo que no se recuerda? pues sí, se puede. y además creo que es justo como debe sentirse el protagonista, intuyendo unos recuerdos que no tiene. Felicidades, muy buen relato.
Suerte y saludos