JUL167. EL ÚLTIMO DESAHUCIO DE TOMÁS, de Raúl Guadián Delgado
Clavó pupila al diccionario leyendo con detenimiento la definición de una palabra hasta entonces desconocida por innecesaria,
“1- Quitar a uno la esperanza de conseguir lo que desea”.
“2- Considerar el médico al enfermo sin esperanza de salvación…”.
No llegó a la tercera acepción cuando, apretando los dientes con la rabia de toda una vida de trabajo acumulada al lomo, decidió el final de su historia. Tras arrojar todas las pastillas a la basura procedió a salir de su casa cargando las alforjas de la memoria, negras como sus uñas de currela, con la imagen de Alba y sus padres abandonando la puerta colindante con su mundo. Pisaba ojeras camino de su destino cuando acarició el hierro en el bolsillo de su chaqueta y decidió que éste sería el último desahucio. Al menos para él.
La entrada en la sucursal bancaria le supo a salida por la puerta grande. Andares orgullosos y mirada limpia que se enfrenta con los pequeños y sucios ojos del orondo director.
—“Hombre, don Tomás… usted dirá qué le trae por aquí”.
—“Preferiría no hacerlo, pero si insiste…”.
Terrible decisión ante una angustiosa realidad social. Lo que pasa es que el director de la sucursal es sólo un peón. Los grandes culpables son los autores intelectuales de tantas y tantas situaciones injustas y realidades tan dolorosas. Muy buena denuncia social. Gloria Arcos
Muchas gracias a las dos por leer el reto.