JUL161. MANOLITO, de Nicoleta Ionescu
Ángel disfrazado, pobre loco o extraterrestre extraviado, Manolito era el personaje imprescindible de las historias de mis paisanos.
Por supuesto, Manolito no fue un niño normal. Nunca jugaba, nunca reía, nunca preguntaba algo. Sus movimientos eran despacios y prudentes, como los de un anciano. Parecía saberlo todo y no esperar nada de nadie. Cuando uno le dirigía la palabra, contestaba en voz baja, resignado, como si hubiera preferido no hacerlo. Decía cosas extrañas, ojalá tuviese alguién paciencia para comprenderlas… Junto a él, los hombres y los animales se ponían tranquilos, el tiempo parecía no escurrirse. Al encontrarlo, los chicos interrumpían sus juegos y nunca se burlaban de él. Ningún perro le ladraba y ninguna sombra le acompañaba.
Cierto día, Manolito dejó de hablar. Dos semanas después, dejó de comer y de dormir. Una luz color violeta aureoló su carita cada día más delgada. El doctor, aturdido, diagnosticó un tipo raro de saturnismo. Poco a poco, el cuerpo del pequeñin se desmaterializó, hasta que se puso transparente como el cristal. Murió apaciguado, por su propia voluntad, dejando atrás este mundo, que no había conseguido despertarle interés alguno. Dicen que, en su ataúd, por la primera vez, Manolito parecía estar feliz.
A veces hay ángeles en lugares equivocados. Es muy poética tu historia y con buenas descripciones y con fluidez muestras lugares, actitudes, personaje, acabando con dulzura su existencia y tu relato. Suerte y un beso.
Muchas gracias, Antonia, por tu comentario. Todos los niños son ángeles, debido a su inocencia.
Un beso.
Pobrecito niño Nicoleta, con la crisis sanitaria que tenemos pasó desapercibido. Podría haber sido diagnosticado de su aumento de plomo en sangre y ser tratado como debía.
Cuántos Manolitos de tantos pueblos del mundo podrían haber tenido una vida más sana.
Una enfermedad contada de otra manera. Muy bonito relato.
Un beso
Gracias, Epífisis, por tu comentario. Claro, como doctor, te ha impresionado la idea de la enfermedad y de la crisis del sistema sanitario y de sus víctimas. Pero ésta es solo una de las pistas de lectura (no la más creíble) entre las demás, explícitas o no.
Un beso.
Curiosa historia y vida triste al ser un incomprendido. Menos mal que al fin conoció algo de felicidad, aunque fuera en el momento de su muerte. Muy poético. Un abrazo. Gloria Arcos
Gracias, Gloria, me alegro de que te haya gustado.
Un abrazo.
Muchas gracias, Ana. Hay seres enigmáticos, en cuyo torno se tejen varias leyendas e hipótesis. Sobre todo, algunos niños son enigmáticos, porque nadie sabe de donde vienen en este mundo y que experiencias traen con ellos. En sus primeros años viven en una zona pre-racional, que intriga a los mayores que ya no pueden entenderla. Has notado muy bien que aveces no tenemos tiempo o interés por los que son diferentes. No sé quién fue más indiferente: Manolito en relación con la vida, o la comunidad en relación con Manolito.
Un beso, Ana, y mucha suerte a ti tambien.
Me ha parecido el relato como un paralelismo con una vela consumiéndose sin oxígeno. Era su destino. También es cierto que todas las vidas se apagan, unas arden con más llama, otras languidecen como el fuego de las chimeneas, otras se extinguen rápida pero intensamente, como una pira, otras duran lo que una cerilla. La que da lumbre a los puros que se fuman algunos en sus despachos ministeriales.
Un abrazo.
Muchas gracias, Susana, me ha gustado mucho tu paraleleismo entre los destinos y las llamas. Lo importante es que tenemos estas llamas, grandes o pequeñas, que dan sentido a nuestra vida.
Un beso.
Hola, Nicoleta, muy sugerente tu triste relato sobre la vida de uno de esos niños, seres extraños que muchos hemos conocido en mayor o menor medida. A veces me he preguntado qué habrá sido de la vida de algunos de esos con los que me encontrado alguna vez (a lo mejor alguien se ha preguntado qué habrá sido de vida después de haberme conocido, qué sé yo).
Otra cosa: no soy ningún experto, pero creo que en la frase «Sus movimientos eran despacios y prudentes» no debería utilizarse «despacios»; quedaría mucho mejor con un sinónimo como «lentos, pausados, tranquilos» u otro similar.
Un saludo y muchísimas suerte para el mes de julio.
Gracias, Rafa, tienes razon con tu consejo. Mi castellano es uno «de diccionario», pero la participación en este blog me ayuda aprender mucho, gracias a vosotros, amigos.
Un abrazo.