120. SUPERVIVENCIA DE HILOS
A esta hora, como cada año, mi madre recuenta, uno a uno, los puntos de ganchillo del jersey que no parece querer terminar. Es mi regalo de cumpleaños, dice, y no quiere que el balance final descuadre. Por eso me llama apurada, con ese fastidio con que pretende ligarme a jornada completa. Quiere que pose otra vez, así que obedezco en silencio, muy quieto, mientras hurga en mi cuerpo patrones de su ADN con manos torpes y lana roja. Y entonces lo ve: un punto suelto por encima de mi ombligo que la hace perder la paciencia y llorar, con esa obsesión de enmendar un instante de cordón roto. Y aunque le digo que no se preocupe, no me hace caso; no me oye, porque enseguida vuelve a lo suyo: a ganchillear cicatrices, como cada año, desde aquel día de pasillos laberínticos y quirófanos; con esa continuidad de parir con que se empeña una madre que ovilla un deseo.
Parece que la recuperación de mamá está costando. Le deseamos lo mejor y a ti también con el texto. Suerte y abrazos.
«con esa continuidad de parir con que se empeña una madre que ovilla un deseo», Buenísimo. De lo mejor que leo últimamente. Un saludo y suerte.
Qué hermoso texto, lleno de simbolismos que resumen el más grande amor. Felicidades Vicente!
Vicente, las reflexiones en su simbolismo nos llegan con claridad: las madres son parecidas a esta. Suerte y saludos
Sólo se me viene a la cabeza una expresión para calificar tu relato: ¡Qué bonito! Me ha gustado mucho el desarrollo de la acción. Un saludo.
Precioso. un jersey interminable para una madre… para todas las madres (Que pesaditas somos a veces).
Reflejas ese amor incondicional con unas insinuantes puntadas.
suerte, un abrazo.
Nadie quiere más que una madre. Trabajada la simbología que nos deja un precioso relato. Mucha suerte 🙂
Un relato tejido con un hilo diferente al resto y eso lo hace destacar.