37. Evolución
Los setos y los arbustos los cuidaba él. Pasaba horas con las tijeras de podar. Recortaba minuciosas esferas o modelaba los cipreses hasta conseguir triángulos perfectos. Antes de abandonar la casa dio una última ojeada al jardín y repasó con la vista sus obras de arte. Luego cogió la maleta. Su madre le obligaba a irse de casa para que viera el mundo. Echó a andar con paso cansino. Atravesó las aldeas de detrás de la colina. Jamás había traspasado aquella línea. Cuando el cielo se cerró buscó un lugar para descansar. En un recodo de una vía con poco tránsito vio un pequeño hotel. Decidió entrar. En medio de la estancia, tras el mostrador le sonrió la hija de la dueña. Pasó allí una noche y tambien las siguientes. Nunca antes había estado con una mujer y, sin embargo, intimó pronto con la muchacha. Colocó sus pocas pertenencias en la habitación en la que dormían y ocupó desde él primer día el lado derecho de la cama. Pidió por catálogo unas tijeras de podar. -Ahí en la entrada quedarán bien unos macizos y unas bolas de ciprés-, pensó.
Mei, has descrito de forma clara a un hombre de costumbres fijas; da igual dónde vaya. Suerte y saludos
Manos de tijeras lo envidiaría. Mucha suerte y saludos!
Mei, una evolución muy bien narrada, que te logra extraer una sonrisa con ese final de catalogo, y es que uno acaba siendo lo que fue siempre.
¡Buen trabajo y suerte con el concurso!
Abrazos.
Es un relato curioso que viaja en frases cortas. Me parece que habla de un maniático; y no sé cuánto tiempo el joven durará en su nueva casa…, que una amante no es un madre.
Como un detalle, que no estropea este buen relato y sólo que menciono en aras a la precisión en el lenguaje: un jardinero no puede hacer triángulos: ni en los árboles ni en los arbustos; pero sí, por ejemplo, conos, que son figuras geométricas con tres dimensiones.
Afortunado aquel que puede hacer aquello con lo que es feliz. Realmente ha evolucionado desde el momento en que salió de la casa materna, casi empujado por su madre, ahora es capaz de tener una relación de pareja, que no es poco. Pueden ser perfectamente felices, en un mundo limitado, pero propio. Seguro que deja ese hotel de carretera de lo más cuco.
Suerte y un saludo.
Me gusta el relato. Un hombre de jardines que sigue en lo suyo. Buen empujón le dio la madre.
Felicidades.
Pues sí que tenía vocación de jardinero el hombre… ¿o era un maniático? Muy imaginativo y simpático este micro Mel. Saludos
Mei qué bonita historia. Muy bien narrada la evolución del muchacho y su vocación de jardinero.
Precioso!
Un abrazo
Un hombre paciente. Una historia muy bella.
Y la vida continua con su monotonía…
Me encantó. Un abrazo.
Así somos un poco todos, hay quien viaja por todo el mundo y viene a morir a su tierra natal, cuanto más grande es el círculo más experiencias para contar, aunque inevitablemente parece que somos de recorrido circular,jajaja!
Suerte y besos, Mei
Tu protagonista parece un hombre frío y de costumbres, hábil en el manejo de las tijeras y sus recortes. Me gusta esa imagen un tanto distante y que al final también sucumbe al amor y al compartir lecho.
Seguro que los cipreses le quedan estupendos.
Un beso Mei
Me gusta el personaje que has creado. Me parece muy explicado y eso que no dices gran cosa de él de manera expresa. Además la historia tiene muchos hilos a los que agarrarse. Del que voy a tirar yo es de lo anodinas y repetitivas que a veces hacemos nuestras vidas, aunque está claro que a tu protagonista no le importa. Mucha suerte 🙂
Yo voy a comentar poco aquí porque acabo de hacer una lectura que no veas y no quiero que me acusen de mente sucia 🙂
Eso sí, al menos, diré que es original.
Enhorabuena, Mei, por tu mención. Por mi parte me quedo un poco descolocado con tu relato, no llego a entender lo que quieres contar. Veré en los comentarios. Parece que es la sencillez del relato lo que transmites, un hombre de costumbres, el título es irónico. No sé.