46. NEOLIBERAL. Daniel Irazu.
Había reñido con el único amigo que le quedaba. Conducía irritado por aquel insulto, procurando expulsar de la mente evocaciones de la infancia. Adelantó un automóvil para él inoportuno, en una carretera que suponía diseñada para correr en un coche como el suyo, no para circular en uno barato como el de casi todos.
Su geisha rubia con ojos de color miel le esperaba en la cafetería. Vestía falda larga, una gargantilla de oro y una blusa desabotonada. La mujer le despreció con la mirada antes de recibir el beso en la mejilla. Sabia por experiencia, comprendió que en la habitación no tendría que actuar desnuda. Ni tocarse excitando en vano una impotencia irremediable. Tampoco ducharse, luego de soportar en la piel la orina caliente de otra eyaculación fingida; sólo escuchar a un ego enfermo:
– Ese desgraciado no tiene donde caerse muerto y encima dice que es feliz.
Horas después, un querubín, trabajándose el afecto de un cliente habitual del hotel, le llamó señor mientras abría la puerta del conductor.
En la recta subió el volumen de la radio con las teclas del volante. No quería recordar, pero aquellas palabras regresaron molestas:
– Sólo eres un pobre hombre rico.
Daniel, el dinero todo lo puede, bueno, como tu relato refleja, casi. Creo que tu personaje, aunque se sienta indignado, en el fondo es consciente de que, hastiado de todo lo material y superficial, carece de lo realmente importante, amor, amistad y autenticidad. La frase final, resume perfectamente todo el universo del texto. Me ha gustado mucho. Abrazos.
Quitando la gargantilla de la amante de alquiler, que la joven no llevaba adornando su cuello esa tarde, el resto del relato cuenta un suceso real, aunque en formato literario. Ocurrió en Alicante, durante una larga negociación comercial en la que tomé parte. Es cierto que la rabia enconde la frustración en el frustrado. Sin embargo, no estoy tan convencido de que ese tipo de gente sea consciente de que, en el fondo, humanamente, no son más que un escaparate lujoso. Es más, creo lo contrario. Lo que sí te puedo decir seguro es que, sin leyes que les contengan, esas personas son muy peligrosas y muy dañinas para la sociedad.
Supongo que también hay ricos felices, jajaja! En general parece que disfrutan, aunque cuando tienes menos posesiones es más fácil ser auténtico, en mi opinión.
Suerte!
Gracias por el comentario.
Por supuesto que hay personas que tienen posesiones y son felices. No lo dudo, conozco a bastantes, tal vez yo lo sea. Pero discrepo en que no tener posesiones facilite la autenticidad. En cualquier caso mi relato no habla de ricos, sino de la falta de humanidad con que algunos, por tener dinero, por tener poder, tratan a quienes pueden utilizar si la sociedad se lo permite. Para mi concepto, la riqueza es sólo una situación financiera que se basa en un cotejo: si no hay pobres no puede haber ricos. De todas formas, creo que si sólo se tiene dinero poco se vale.
Durísimo relato, diría que de sabor amargo tirando a desagradable. En la mejor sintonía con los maestros del realismo social actual: me ha recordado mucho a la prosa de Rafael Chirbes. Enhorabuena.
Gracias por el comentario.
Me agrada la comparación. Es realismo social en tanto en cuanto narro un suceso relativamente frecuente, con una crítica implícita en el título.
Es amargo y puede ser desagradable.
Refiriéndome al remedo eyaculatorio, a mí me desagrada, no por el acto en sí -que me causaría risa si fuera voluntario por ambas partes-, sino por la humillación que ella soporta a cambio de dinero y la depravación moral del impotente fisiológico, con el suficiente poder para obligar a la mujer a aceptar sus desvaríos.
Digo que puede ser desagradable, pero no lo afirmo; de hecho él se vanagloriaba.
En todo caso, la situación narrada no me parece extraordinaria, y esa horrible normalidad es, precisamente, una de las facetas de mi critica.
Entre los ricos malos los hay bastos y los hay finos. Los primeros, que antiguamente mostraban la cartera llena de billetes en el bolsillo posterior de su pantalón y hoy coches de alta gama frecuentan los puticlubs de carretera donde son felices viendo que les ven siendo halagados por las «camareras»; el fino permanece en su mansión, en el hotel más caro de la ciudad o en el restaurante de moda, l,e llevan las camareras a casa. Cuando a ambos les ataca el climaterio el basto se lo cura con biSagra y el fino se somete a una sesión semanal de «cialisis».
Lo que has escrito es muy real.
Un saludo.
Gracias por el comentario.
Me gusta eso de los ricos malos, aunque no soy maniqueo. De la viagra me han hablado, pero no comprendo qué provecho obtienen. Ellos dicen que mucho, pero, según se explican.., tal vez se engañen. Tal vez ellas sí lo aprecien.., aunque siempre hubo soluciones e imaginaciones…depende, como casi todo.
No siempre se es feliz por poseer dinero, autos y joyas, es cierto que acomoda tu vida y te permite hacer aquello que caprichosa mente deseeas, pero aquel que es feliz con lo que tiene, ha conseguido el secreto de la vida.
Me gusta tu relato por la crudeza de la realidad que con tus palabras expresas.
Un abrazo Daniel.
Gracias por el comentario.
Tienes razón en lo que dices, la felicidad es otra cosa.
Daniel, es patente que con el esmero propio de un de escritor que sabe lo que se trae entre manos, has trabajado el conjunto valiendote de planos superpuestos que individualmente forman parte del engarce. En el primer bloque, la frase de arranque tiene la dimensión justa como para suscitar ya por sí misma el suficiente interés, a lo que le siguen dos acciones de apoyo que concluyen lo que has escogido como introducción. Ambas aportan riqueza de datos y van proporcionando al texto un tinte literario. Aquí yo hubiera procurado prescindir a toda costa del último apostillamiento, al que supongo que encuentras necesario por ser el responsable de anunciarnos futuros datos, pero resulta algo forzado, pues le resta ritmo narrativo, en mi opinión.Imagino que tal vez se deba que tu intención última tiene un carácter social y no deseas perderlo de vista por nada del mundo , subrayándola por encima de cualquier otra, pero a veces la insistencia en textos cortos es un riesgo, en mi opinión
El segundo párrafo completo es de una potencia descriptiva propia de un realismo de celuloide. Con cuatro pinceladas ya nos has dicho dónde estamos. La sordidez es el mensaje que nos llega.A continuación, la frase del querubín, a la que has dotado de una ingenuidad tan solo aparente, es el pilar donde descansa todo el mensaje que nos querías trasmitir . Lo que resta de relato , ya propiamente el cierre, es el refuerzo que hace que nuestra idea y la tuya se hayan encontrado en tanto que autor y lector, en un mismo punto de entendimiento . Y de eso se trata. No soy quién para decirte » un buen trabajo», pero sí te diría que parece un fragmento de novela , lo cuál es un elogio
ASí es como escaneo los relatos , lo siento. Quizás me pierdo la mitad!!
Gracias sinceras por el interés que hacia mi texto muestras en tu análisis; otras añadidas por la calidad de la crítica.
En la postilla que mencionas tienes razón en aquello de la ralentización de la lectura pero, como indicas luego, mi intención última en este relato –y en todos los que escribo- es social; entendiendo por tal la transmisión de conocimientos y experiencias para suscitar en los lectores inquietudes vinculadas con valores que, a mi juicio, se vulneran mediante esa componente económico-pragmática-tradicional que nos quieren obligar a admitir como la única válida para lograr nuestro bienestar comunitario.
Procuro huir de dogmatismos generales y de creencias propias, pero no me resisto a opinar. Me siento satisfecho maltratado el texto si logro ese fin.
El querubín, lo descubres con talento, es clave en el relato. Contestando a un comentario anterior dije que hablaba sobre un suceso ocurrido, valga la redundancia. He visto querubines de ojos pintados y mirada codiciosa, otros melancólicos, los más de aspecto triste. Me dan pena, y quiero comprender porqué me causan esa impresión, por eso escribo. He visto mujeres sometidas a necesidades urgentes, y quiero comprender qué les obliga, por eso escribo.
Es así; el texto es una herramienta para entenderme, para expresarme, para compartir.
Como duelen algunas verdades. Lo que más me gusta de tu relato es cómo se convierte en cíclico al unir el final con el inicio, tras dejarnos detalles de su carácter y desprecio por lo que no es él, esto es, el otro, la humanidad, algo que, al menos, a la prostituta la alivia. Me ha gustado, pero claro eso ya se sabe cuando se lee tu nombre antes del micro.
Sí, Lorenzo, las verdades duelen…sobre todo a quienes pretenden ocultarlas. Te agradezco tus amables palabras y ese elogio que considero inmerecido.
Un abrazo.
El relato es duro pero creo evidente que tenías muy claro por dónde querías ir, y a fe que lo has logrado. En algunos tramos explícito y en otros implícito, has ido dejando secuencias y también pensamientos y emociones. Mucha suerte 🙂
Sí que lo tengo claro, buena observación. Agradezco que me desees suerte: comprenderás que me hace falta, al menos la de vivir en el incógnito, con esos conocidos que tengo.
A mí me parece un buen relato que nos presenta en una secuencia de escenas sucesivas a un hombre despreciable por unos y loado por otros (los de su cuerda). Lo curioso es ese dar en el clavo, el hombre se siente ofendido pues se cree hombre de bien. En fin, relato en el que el título señala claramente a quienes se refiere el relato y lo que el autor opina sobre dichos tipos. Suerte.
Gracias por el comentario.
Tienes razón, entre ellos se loan. Añado que no toleran crítica alguna, y que si la escuchan, ni siquiera la entienden.
Si alguien dice que el dinero sólo le sirve para evitar humillaciones no me parece un mal tipo, creo que hace un valoración certera y con un deje de cínica humildad.
Yo no hablo de esos ricos, tampoco hablo de los ricos en general. Me refiero a quienes usan el poder que les da el dinero para avasallar a los que no lo tienen. Son cosas muy distintas.
Los que aludo, gentes que conozco bien, no entenderían tus palabras. No está frustrados sino evanecidos, no se sienten decadentes sino en auge, no tienen otros sinsabores que el miedo a las personas que no pueden someter.
Más que criticar a los ricos, que no tengo porqué, critico que a algunos de ellos se les permita empobrecer a las personas comunes.
Tienes razón, Ana. Lo que dices es cierto. Pero como el hombre es lobo para el hombre la sociedad debe proteger a los más débiles. Y en esta en la que vivimos no ocurre así. Y no ocurre así porque se permite, o porque se nos obliga a que lo toleremos.
Ana U lo ha definido muy bien. No es más feliz el que más tiene, las apariencias engañan, el dinero no da la felicidad… Esto que parece pantomimas comerciales, son eslóganes para arrastrar al populacho o plebe o lumpen justamente hacia todo lo contrario. Claro, hay que diferenciarse, con la billetera.
Yo creo que la felicidad ni existe, es un espejismo. Pero la payasada del aparentar y sustentarse en lo comercial para parecer algo es ya de un aburrimiento mortal.
Yo creo que la felicidad existe, pero que es como una función matemática de las denominadas discontinuas. No bastan para su representación gráfica las tres coordenadas básicas más la cuarta del tiempo. Al espacio-tiempo de deben añadir la cultura personal,la propia de la civilización del entorno en el que vive el feliz-infeliz, las condiciones físicas y ambientales, los proyectos íntimos y las tolerancias ante los fracasos…un revuelto que por complejo puede ser considerado absurdo, pero no inexistente.
Daniel, la última frase resume la esencia del relato, aunque tenga todo lo material que pueda desear, carece de lo más importante, el amor y la amistad.
Bonito relato.
Un abrazo
Gracias por el comentario.
Sí, la última frase es la esencia del texto. Puede que hasta bastase esta con la compañía del título para hacer el micro, pero…como me dejaban escribir hasta las doscientas palabras…pues me dejé llevar.