48. FRENTE AL ESPEJO
El chorro de agua fresca arrastra las legañas de su rostro de la misma manera que se fueron los años vividos. Y Manuela revive la primavera de su infancia cuando, aún niña, trabajó las tierras, cuidó los animales y atendió a una madre eternamente postrada en cama.
Porque recordar los años echados al lomo, como trabajadoras de jornada y media diaria, evoca dolores pegados al costillar; Y provoca un reproche que nace del pecho para surcar el sendero que marcan las arrugas de su cara. Una lágrima por padre y todos los que jamás escupieron un gesto de reconocimiento hacia estas mujeres. Las mismas que, a la par que trabajaban como hombres, corrían más que las penas para dejarlas atrás. Para huir de la miseria.
Por eso ahora, tras una vida dedicada a los suyos, no puedo evitar recordarla. Dicen que dobló el lomo e hincó las rodillas como nadie. Que llevaba colgando de las pestañas la pena saetera de una vida vivida sin vivir y que jamás regaló sus besos analfabetos. Todo eso me contaron en aquel motel de carretera del que se marchó lo mismo que se van las tardes de primavera. Sin decir adiós.
Raúl, bien mostrada la dureza de esa vida. Suerte y saludos
Muchas gracias por tu comentario.
Todo un homenaje a las madres sacrificadas, a las que lo dan todo sin pedir nada. Me gustan especialmente algunas de las expresiones empleadas, como «dolores pegados al costillar», o «corrían más que las penas para dejarlas atrás».
Suerte y un saludo
OK, me alegro de que te haya gustado. Gracias.
Esos besos analfabetos debieron compartirse con alguien, las penas en compañía se llevan mejor…
Enhorabuena por tu relato, es la piedra hecha poesía.
Si no puedes compartir… mejor no regalar. Guardar a veces es la esencia de no perder. Bueno, gracias por tu comentario, que me pongo muy filosófico.
Me ha gustado mucho el relato, sobre todo por el estilo de la narración y el léxico tan certeramente empleado. Saludos.
Pues muchas gracias, de veras.
Excelente evocación, esa mujer que dio todo por los suyos sin pedir nada, solo vio pasar la vida con coraje.
Me encantó tu manera de relatar.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias
Qué bien narras esa amargura de vida, de una niña que nunca pudo serlo, porque le tocó ser madre, mujer y responsable. Y ya, con ese norte tan perdido, nunca encontró la dirección de una vida feliz.
Te agradezco tus comentarios. Un saludo.
Me encanta el sentimiento que pones en cada palabra, la crueldad y dureza de la vida en la espalda de tu protagonista.
Ese fondo poético le da más valor a tu relato.
Un abrazo raul.
Gracias por tus comentarios… la vida a cuestas, cansa. Chao.
Bonito y sentido homenaje. Me parece un repaso grabado a fuego de personas de otros tiempos labrado desde una gran literatura. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias por tus comentarios Juan Antonio, siempre generosos. Saludos.
Nos cuentas una vida dura, que es la de tantas mujeres en el campo. Dan ganas saber qué sucedió con ella desde que se fue de ese motel.
Suerte y saludos.
Lo que tú quieras… eso sucedió. Un saludo.