JUL126. GARROTE, de Diego Rinoski
Pero oiga usted ¿Qué tipo de contestación es esa? Ande, ande, tire para allá que ya le explicarán los compañeros.
—Pero es que yo preferiría no hacerlo.
—Y dale con la mula al trigo. Olvídese de la parte negativa de su trabajo, hombre. Además, una vez que empiece verá como no es para tanto, con el tiempo puede que le coja el gustillo y todo.
—¿El gustillo?
—No me malinterprete, quiero decir, que mire para otro lado, que no se lleve el trabajo a casa y mucho menos a la conciencia, que en esta vida cada uno hace lo que debe y aquí paz y después gloria.
—No si yo no malinterpreto, lo que pasa es que…
—No me sea usted aprensivo, que aquí no estamos para juzgar a nadie. Es usted un hombre ¿verdad? Pues póngase firme, levante la cabeza, saque pecho y cumpla con su trabajo, cojones.
—Mire, yo no quisiera faltarle a usted ni a la patria, dios me libre, pero es que yo…
—Ya lo sé, preferiría no hacerlo, pero entonces ¿por qué carajo aceptó usted el puesto de verdugo?
Que difícil debe ser tener ese puesto no?
Muy bien relatado, nos va llevando sin saber adónde vamos hasta que nos sorprende el final.
Felicitaciones.
Saludos.
Para quedar redondo redondo, para mí a este relato le sobra la última palabra, que bien podrías haber utilizado también como título.
Un abrazo.