JUL121. ¡RÍETE TONTO!, de Esperanza Temprano
Nació siendo un tipo serio. Tardó dos años en esbozar su primera sonrisa y ya tenía cinco cuando se arrancó con una carcajada. Después de estos prometedores comienzos ya no tuvo ningún otro conato risueño ni falta que le hacía hasta el pasado Viernes en el que, después de muchos meses de malestar general y pruebas médicas, el doctor le dio el remedio.
─Necesita usted reírse, caballero.
─Preferiría no hacerlo─ le confesó él.
─Pues morirá usted en poco tiempo abatido por el peso de la seriedad─ concluyó el médico.
Lo intentó primero ante el espejo, pero la fuerza de la gravedad había ejercido ya un poder incuestionable sobre las comisuras de sus labios, después frecuentando espectáculos cómicos, que no le hacían ninguna gracia para terminar haciendo unos ruidos guturales en el sofá que parecían más la invocación de un totonaca al dios de la lluvia que una risa.
Decidió terminar con su vida, antes de que ésta terminara con él y se lanzó al abismo por un acantilado. Mientras caía le sobrevino un golpe de risa sonora y liberadora y descubrió que estaba curado… pero un poco tarde.
Esperanza, la risa es la luz de la cara y la llave a tantas puertas, que no sé por qué no la utilizamos más a menudo.
Un poco tarde para el protagonista, aunque se despidió de la vida con una sonrisa.
¡Original!
Suerte para el concurso.
Un beso, Escritora.
Reírnos con la vida y a carcajada limpia, esa es la mejor medicina.
Suerte para ti también.
Un abrazo
Esperanza, buen final, aunque trágico, y descripciones muy acertadas y claras. Suerte y saludos
Gracias Cala, el final es tan trágico como su vida, la diferencia es que murió riendo, que ya es algo.
Saludos,
Suele suceder que cuando descubrimos lo bonito de las cosas ya es demasiado tarde. A veces hay una segunda oportunidad pero no parece ser este el caso. Muy triste no tener la capacidad de poder reír.
Suerte Esperanza.
Un abrazo.
Perdón, soy Juancho, que estoy en otro correo.
Así tengo la oportunidad de saludarte otra vez.
Besos.
Efectivamente, Juancho, nos tomamos tan en serio todo, que nos pasa desapercibida la alegría, el disfrute de las pequeñas cosas… Gracias por tu comentario.
Un abrazo,
Pues vaya, una pena, solo faltaba que al descubrir que podía reir pero que estaba a punto de morir, no le entrase una muy cortita depresión por ello, conociendo al especimen.
Mucha suerte, Esperanza.
Saludos.
La risa lo abarca todo y no cabe ni una minúscula depresión, fíjate que gozo morir partiéndote de risa.
Gracias por pasarte y comentar.
Un abrazo,
Pobrecito, ¿no tendría un paracaídas? espero que sí, incluso con es final me ha hecho sonreír, mucha suerte.
Pues creo que no, solo tiene la risa para amortiguar la caída. Gracias por comentar.
Un saludo,
Esperanza, muy muy original. Me ha gustado. Es una bonita metáfora de la vida misma. Sonriamos y disfrutemos de lo que tenemos, o será tarde.
Mucha suerte con tu relato.
Un abrazo. Marta López
Gracias Marta, has captado perfectamente la esencia del micro, la metáfora de la vida.
Suerte para ti también.
Un abrazo,
Esperanza, me ha gustado mucho tu micro, es muy original y divertido pese a la falta de risa, jeje, únicamente señalar que quizá en el final sobre ese: «un poco tarde» que ya es evidente.
Fuerte abrazo.
Gracias Yolanda por tu comentario, tal vez tengas razón, la frase final sobra, a veces me empeño en que se entienda a toda costa y lo mastico demasiado.
Gracias por tu aportación.
Un fuerte abrazo.
Esperanza, tu prota es un poco tonto, no se acordó que los totonacas cuando se lanzan al vacío se atan una cuerda al tobillo, por eso se reía.
Muy bueno
Un beso
Si es un poco tonto, sí y muy serio, así le va. Seguro que no conocía a la tribu de los totonacas.
Un beso,
Hola Esperanza. Tu personaje es la encarnacion del Pobre infeliz, divertido, aunque ¿estas segura de que es necesario que el narrador nos diga que es tarde?
Un abrazo!
Hola Fernando ¡qué bien encontrarte por aquí! Tienes razón, toda la del mundo, ya se lo he comentado a Yolanda. Fallo mio el masticar tanto los micros.
Gracias por tu apunte, me ayuda a mejorar.
Un abrazo,
Muy divertido, Esperanza, pero vaya solución que encontró, la única que le hizo dichoso. ¿Qué sería lo que le hizo reír a los cinco años?
Te mando un saludo y te deseo mucha suerte.
Elena
Pues ni yo misma lo sé. Aunque, si quieres, nos lo inventamos entre las dos en un momento, ja,ja,ja.
Gracias por tu comentario.
Saludos,
Las primeras líneas me recordaron a una actuación de Tip y Coll. Al principio descamisados con el coñac en la mano y acabando el sketch sobrios.
Un relato de esos que sin querer te llevan… hasta el abismo. Muy muy bueno, Esperanza.
Un abrazo.
Gracias Susana, agradezco mucho tu comentario y sí, tienes razón, algo del humor del absurdo tiene, un humor, que por otra parte, a mí me encanta.
Un abrazo,
Gracias Ana, si te ha arrancado una sonrisa, me conformo.
Un beso,
Curioso y con mala fortuna tu protagonista. Y el médico era profeta, jeje. Suerte con estas sonrisas que nos has sacado.
Buen relato. Aunque uno puede reír con gesto serio.
Esperanza, muy bueno el relato y el final espectacular. Te deseo mucha suerte, Sotirios.
Un poco tarde descubrió la curación, como a veces nos psa en la vida real. Nos pasamos la vida lamentándonos y buscando lo que tenemos en nosotros mismos. Muy bueno tu relato Esperanza y con mucha moraleja. Suerte.
Besicos muchos.