JUL115. LA CUESTIÓN, de Fernando Martínez
Juan era un hombre de costumbres. Ya sabe, lo tuyo, tuyo y lo mío, mío. Cada uno en su casa y dios en la de todos. Más vale dar que recibir. Y al fin y al cabo, eso es lo que hizo, dar. Y por si fuera poco en el centro de la plaza, junto a la fuente, para que lo viera todo el pueblo. Ahí fue donde encontraron a la Candela y luego… ¡Todo el revuelo que se ha armado! Yo no entiendo tanto revuelo, ¿Sabe lo que le quiero decir? Aquí esto ha pasado toda la vida de Dios. No sé para qué tanto, ¿para qué? Y encima tenemos a la otra, a la Candela, que yo qué sé si será verdad lo que contaban de ella. Que si esto, que si lo otro, ya sabe usted, y si no, seguro que puede imaginárselo. Estas cosas no pasan porque sí… pero entiéndame, una cosa es hablar así, entre amigos, y otra muy distinta sacar los trapos sucios en televisión, para que todo el mundo sepa lo que se cuece aquí. Vamos, que no. Que preferiría no concederle esa entrevista, además… ¿De cuanto estamos hablando?
Que no, pero en cuanto se habla de dinero… ya se lo piensa.
Me encanta esa voz narradora tan lograda.
Un abrazo.
Muchas gracias Sara.
Últimamente estoy escribiendo muchos diálogos (o monólogos) será que tengo ganas de algo más largo donde hacer interactuar a los personajes…
Un abrazo.
Salvame deluxe en estado puro. A la Candela le dieron ídem, pobre.
Qué autentico y con cuánta vigencia en la actualidad. Periodismo de carnaza y moralidad de quita y pon dependiendo de las cantidades que se barajen. Lo has clavado, Fernando. Saludos
Fernando, real como la vida misma y bien contado. Suerte y saludos
Desgraciadísimamente ¡qué real!.
Vaya cambio de registro, Fernando. En estos charcos mundanales hay muchas historias que rescatar y contar. Has aprovechado para este relato una muy brumosa: el cotilleo per se.
Un abrazo.
Fernando, muy oportuno en los tiempos que corren, donde se valoran cosas despreciables y por supuesto cuando el dinero interviene, las dudas se disipan rápidamente.
Muy bien contado. Me gusta.
Un saludo para ti y mucha suerte.
Elena
Todo tiene un precio, y si las costumbres son leyes ya se sabe, está escrito. Son reminiscencias de las sagradas escrituras que nadie, en la curia, tiene interés en eliminar. La mujer en la casa y punto. En fin, que me voy, Fernando, que sí que de cuánto estamos hablando. No obstante creo que en este relato no te has esforzado mucho, y aquí se están poniendo muy exigentes.
Buen reflejo de una sociedad que se refugia en las penas de otros para olvidar las propias y que prostituye sus sentimientos ofreciéndolos al mejor postor, ¡que pena! Me gusta esa fluidez con la que se desarrolla la historia.
Un abrazo,
Y hay que ver, cuanto explicas en tan poco espacio. Y qué real!! Muy logrado Fernando. Un abrazo
La cuestión Fernando, es que tu micro es como la vida misma. Hablar por hablar y sin saber que decimos, ¡pa’qué!
Suerte.
Besicos muchos.