JUL100. BALLENA CORRIGE A AUTOR, de Ricardo Gómez Tovar
Cuando Moby Dick escuchó aquel “Preferiría no hacerlo” de labios del capitán Ahab, la blancura de su piel de cetáceo se transmutó en un color ceniciento. ¿Desde cuándo el circunspecto lobo de mar se daba por vencido con tanta facilidad? ¿Acaso había tal abundancia de cachalotes blancos en los siete mares como para renunciar tan a la ligera a su persecución? Si el capitán del Pequod prefería no seguir navegando en su busca, toda la tripulación se quedaría sin trabajo y regresaría a Nantucket. ¿Y qué sería de Ismael? ¿Quién le llamaría por su nombre cuando la melancolía terrestre le atrajese hacia la parte acuática del mundo? ¿Y qué le ocurriría al vigía de turno? ¿Se quedaría sin su doblón de oro y vería acallado en su garganta el grito de “¡Por allí sopla!”?
P.D.: Estimado señor Melville:
Creo más apropiado que utilice la susodicha frase en el relato que está preparando sobre el escribiente, y cuyas primeras páginas ha tenido la bondad de dejarme leer en primicia. Realmente, no veo la gracia de incluirla en el diálogo de mi “antagonista”, a menos que desee alterar profundamente la estructura de la novela.
Su seguro Leviatán, M.D.
Me gustan estos relatos de tema metaliterario, y este me parece bien llevado y original en su estructura, con la inclusión de la carta. Me pregunto si el primer párrafo se beneficiaría de la primera persona. No es una crítica, es sólo una reflexión sin respuesta. Saludos y suerte.
Te agradezco mucho el comentario, Ana. Es una idea estupenda lo de la primera persona. Lo anotaré para un próximo monólogo interior de Moby Dick.
Un saludo
Ricardo