113. SIN ÁNIMO DE OFENDER (Mercedes Marín del Valle)
Siempre había un sinfín de camiones aparcados. El aspecto externo del local tampoco me gustaba mucho, grandes letras en tonos chirriantes dominaban la fachada. Ni un árbol, ni una macetita. Sillas de plástico verdes y amarillas bajo un toldo ajado de color naranja y rayas blancas. Las necesidades fisiológicas dieron un golpe de estado tremendo a mi razón y muy a mi pesar, aparqué en el hueco que había entre un camión y un autobús. Cuando entré me hice de cruces, nunca mejor dicho, más de treinta hombres identificados por sus alzacuellos, hablaban a gritos. Uno llevaba mitra roja. Los camioneros a su lado parecían angelitos asustados.
Me dirigía ya al baño cuando escuché una frase soez que me dejó perpleja, apreté el paso, quería a toda costa pasar desapercibida.
El de la mitra se levantó y se abalanzó sobre mí. Dos de los clérigos intentaron detenerlo, pero hizo falta la intervención de los camioneros que con palabras amables y un café cargado, lograron reducirlo.
Al abandonar, no sin ciertos nervios el lugar, escuché como uno de los camareros explicaba: el del gorro rojo es el novio. Ya no saben que inventarse para celebrar el fin de su soltería.
No creo que ofenda. Es más, divierte. Jocoso tu relato y muy bien explicado. Creo que esto de escribir hay cierta bula papal (precisamente) con esto de ser algo irreverente, así que aprovechémoslo. Mucha suerte 🙂
Gracias Juan Antonio. Deseo que estés y sigas pasando un feliz verano. Abrazos.
Qué «despendole» eclesiástico… pensaba que iba a aparecer el mismo Papa para poner orden. Buen golpe final para un relato muy divertido, Mercedes. Enhorabuena y suerte.
Mercedes, esas despedidas se atreven con todo. Bien contado. Suerte y saludos
No me extraña nada que al lado de esos vociferantes e irreverentes, en plena despedida de soltero, unos rudos camioneros pareciesen «angelitos asustados».
Has escogido un título muy prudente para un relato divertido, aunque no tanto para la protagonista, que se ve abocada a entrar en un mundo que no comprende a tenor de sus imperiosas necesidades fisiológicas. ¿Irreverencia? en absoluto, nadie debería rasgarse las vestiduras por una broma.
Suerte y buen verano
Mercedes, mira que no he entendido nunca la manía de disfrazarse en las despedidas de soltería, pero en esta ocasión me parto de risa y le veo el puntito al disfraz!!
Abrazo.
Yo también me he divertido al escribirlo. Gracias por vuestro apoyo y buenos deseos.
Suerte a vosotros y feliz tarde.ABRAZOS
Muy divertido tu relato, Mercedes. Parece una de esas escenas tan absurdas incluida en una película de Berlanga. Y a él seguro que no le hubiera imporado ofender, hasta se habría animado.
Suerte y saludos.
Lo de no ofender lo decía sobre todo por los camioneros,me van poco los estereotipos y las generalizaciones y de ahí el título, pero mira, era necesario, jajajja.
Buen comienzo de agosto.