41. La noche infinita
Metió el pie en un hoyo. Sólo entonces se dio cuenta de que la luna había vuelto a ocultarse detrás de una nube. No se veía nada. Por un instante pensó en continuar la marcha, pero ¿hacia dónde? No le quedaba sino esperar.
Dejó caer el macuto en el suelo, tratando de que no emitiera ningún ruido metálico. Allí estaban los pasadores. Sentía curiosidad por saber lo que diría el sargento Medina cuando descubriera que había inutilizado los fusiles de todo el pelotón.
Sacó la cantimplora y bebió con ganas. La verdad es que la parada le vendría bien. Más o menos estaba a mitad de camino, aunque quedaba lo más difícil: que los centinelas no le dispararan. Les pediría que le llevaran ante un oficial y le diría que conocía al coronel Sánchez Hurtado. Éste le avalaría.
Ya había tenido suficiente guerra. Nunca se había metido en política. Le seguía asombrando que, en unos pocos días, la pugna partidista se hubiera convertido en cruel odio. Su hermano, sí, se había apresurado a alistarse. Hacía más de un año que no sabía nada de él.
Ojalá saliera la luna. Estaba cansado. Quería que acabara aquella larga noche.
Muy originar la manera de parar una guerra, me encanta.
Hay momentos trágicos en los que la única luz que se puede esperar es la de la Luna.
Me gusta el mensaje que quieres transmitir, bueno, que transmites.
Abrazos
Que la luz de la luna traiga la paz. Buen relato,Plácido. Un abrazo
Para mi, el mérito de este relato es su final abierto.
Con o sin esperanzas, a gusto del lector.
Nadie es bueno o malo en una guerra. Ahí si que tiene sentido el yo soy yo y mis circunstancias.
Pero, sabes? Siempre estuve a favor de los desertores.
SIEMPRE.
Quizá lo llamen cobardía.
Yo lo llamo DIGNIDAD.
Me gusta.
Un saludo y enhorabuena.
Ojalá esa luna salga pronto parar callar na guerra.
Un abrazo Placido
Consigues ponernos ahí. Consigues un grado de empatía enorme con el protagonista y además creo que la historia tiene un gran fondo por descubrir y por interpretar que apunta a grandes controversías que jamás serán resueltas (como la idiocia inherente a todas las guerras). Mucha suerte 🙂
Plácido, nos llevas por tu historia hast ael protagonista con el que simpatizamos hasta el final, suerte y saludos
Qué plan más altruista para un día de luna llena, y arriesgado.
¡Una idea genial!