91. La leche en la nevera y los cereales en la despensa
Braulio, trabajador del servicio de limpieza, no iba a olvidar fácilmente aquella noche. Y no por la increíble luna llena que hacía, sino porque se le enganchó la camisa en el mecanismo elevador del camión de la basura y fue a parar al interior de la tolva, junto a los desperdicios. Gracias al otro trabajador municipal pudo contarlo, pues accionó de inmediato la parada de emergencia y lo sacó de allí como a una lombriz de un montón de compost. Su pareja se tapó la boca con la mano cuando lo vio entrar en casa, descompuesto, como la vez que se cayó del andamio o se accidentó repartiendo pizzas; se llevó las manos a la cabeza cuando descolgó el título de licenciado y lo estrelló contra el suelo, y dejó caer los brazos, abatida, tras la breve pausa en la que su marido tragó mocos, apagó sollozos, y le recordó tristemente, mirando al suelo, que mañana los niños le tocaban a ella, que la leche estaba en la nevera y que los pocos cereales que quedaban los tenía en la despensa.
No sería la luna la culpable, no, porque estas cosas ocurren.
Un saludo
JM
Gracias, Juan M., por tus comentarios. No. La luna no será la culpable de eso y de nada. Si acaso de q
Vaya,se me cortó el comentario. Estaba diciendo, Juan M., que si acaso de que suban y bajen las mareas. Todo lo demás, es cosa nuestra (Jaja).
Ya, los títulos no dan dan de comer. Pero pueden servir para que pierdas destrezas importantes mientras los consigues, y para que los conocimientos adquiridos gracias a ellos te sirban para ser más consciente de la triste realidad. De la basura.
Me gusta como está contada esa situación de impotencia sin malgastar palabras.
Hola, Edita. Gracias por tus comentarios. Por lo que veo, se trasmite bien la situación de impotencia ante esta realidad puñetera que nos está tocando vivir.
¡Dios, qué verguenza! Se ve que los títulos tampoco sirven para ver los errores ortográficos. 🙂 Se me ha colado una b y la acabo de ver ahora al releer el comentario.
José Ignacio, real como la vida y bien contado. Suerte y saludos
Hola, Calamanda. Gracias por tus comentarios. Por lo de real como la vida y bien contado. Mis musas se han bajado a La Tierra y se han camuflado entre la gente. Por ahí intento buscarlas (jajaja…).
Me gusta la idea de asociar la basura, en la que termina cayendo, con la vida que esta llevando. nada es grato en su realidad.
Buen relato José Ignacio. Un abrazo
Hola, Mª Belén. ¿Nunca te ha pasado que estás durmiendo y te despierta un estruendo afuera, y sales, y te encuentras con el servicio de limpieza municipal haciendo de las suyas? Pues ese fue el punto de partida. Luego vino todo lo demás: el accidente, la búsqueda de empleo, la frustración, el sentimiento de impotencia, la pareja, los niños, la leche y los cereales (jaja).
Pues aparte del tema social, que resulta muy original para traerlo una noche de luna llena, yo quería resaltar el título de tu relato. Ha sido leerlo y pensar ¿de qué irá esto?, es cómo la etiqueta del frasco de Alicia en el país de las maravillas que decía «bébeme», pues este título parece que dice «léeme» y lo lees, y piensas joder pobre hombre, cuantas cosas le pasan, y no será culpa de la luna, pero te queda el corazón un poquito encogido.
Suerte y abrazos
Hola Anna. Si, la verdad, parece que no pega la luna llena con un poco de crítica social. Pero a fin de cuentas, está ahí, alumbrando la noche y todo lo que pasa en ella. El título es uno de los detalles que más tengo en cuenta. Lo busco, lo busco, lo busco… hasta encontrarlo. Y cuando lo encuentro lo pongo con la idea de que despierte el interés necesario para incitar a la lectura del texto. Seguro que has tenido la experiencia de que después de encontrar un buen título has tenido que cambiar el relato, o buscar una mejor adaptación al mismo. Claro, y después del título viene la primera frase, el contexto, los personajes…, hasta devanarte los sesos para encontrar un buen final, porque si no, todo lo que has hecho con anterioridad no sirve para nada (hala, este es el comentario más amplio que puesto en el blog :). Saludos, y gracias por tus comentarios. Ciao.
Escena tristemente cotidiana, me ha recordado a una de las historias de Mafalda donde su hermano un día de mucho calor pregunta si es por el gobierno. En tu caso es al revés parece que la luna tenga algo que ver, pero no, ella en todo caso es una espectadora más.
Me parece muy buen relato, y coincido con otras opiniones, el título atrae ya de por sí.
Saludos.
Hola, Asun. Gracias por tus comentarios. Me he dejado arrastrar por esta crisis que nos azota desde hace años y que hace estragos en la población. La realidad me hace tener los pies sobre la tierra. No hace falta ir más allá para encontrar miles de historias cotidianas, que no por eso dejan de ser más relevantes que otras (para mi, es al contrario). En este caso la realidad es triste, dura y desesperante. En otros casos es más amable y divertida. Saludos. Ciao.
Creo que el título resume lo cotidiano. Y que tu historia cuenta cómo a pesar de todo lo que nos pueda suceder, los pequeños detalles son capaces de traernos, rescatarnos y darnos ese reposo merecido después de un suceso, en este caso accidentado.
Hola, Isabel. Vaya, me ha gustado tu interpretación del relato. Se ve que eres una persona positiva, de esas que ven el lado bueno a las cosas. No lo había pensado, pero en realidad es así. Los detalles cotidianos nos hacen volver a la realidad y muchas veces nos dan la fuerza para continuar adelante. ¿verdad?. Gracias por tus comentarios y saludos.
Triste realidad bien contada. Un texto que rezuma denuncia y que cierras a la perfección ilustrando el estado de esa despensa. Mucha suerte 🙂