123. Sentencia
Sabía que podía ocurrir, el odio era ancestral, que no lo perdonarían, ya estaba sentenciado. Debía moverse con rapidez, no podía esperar a la mañana por lo que decidió partir ya mismo
Era tarde y una noche muy fría. Mientras desandaba el camino subió el cuello del abrigo pensando que cuando le dijo “cuídate”, no la tomó en serio, ella siempre exageraba.
El súbito batir de unas alas lo sobresalto, un ave nocturna pensó y siguió adelante, la arboleda circundante parecía cobrar vida a su paso en un juego de sombras fantasmagóricas. No vio ni oyó nada a pesar del silencio apenas quebrado por su gemido mientras un frio que penetró por su espalda lo quemó por dentro. Dobló sus rodillas y cayo pesadamente, la venganza se había consumado bajo la única testigo. La luna.
Qué no habrá visto la luna a esta alturas del mundo. Las sentencias del odio se ejecutan al abrigo de su silencio.
Un saludo
JM
juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com
Gracias Juan Manuel.
Un abrazo
Excelente la ambientación y como induces al miedo para rematar la historia en absoluta consonancia con todo lo leído. Mucha suerte 🙂
Gracias por estar siempre amigo, es lo que salió a último momento por dejar pasar el tiempo.
Un gran abrazo.
Gracias mi buena amiga, lo escribí de apuro a última hora.
Un gran abrazo
La huida atemorizada de tu protagonista, no le sirve de nada, la venganza esta servida y la luna lo contempla.
Me gusta la descripción de su escape por el bosque. Ese batir de alas y sombras amenazantes.
un abrazo Luis.
Gracias María Belén, no se puede huir del destino.
Un abrazo.
Escenario de miedo para la ejecución de una sentencia. En este relato el lector debe poner todo, hasta el miedo. Suerte.
Es verdad, yo puse el relato.
Gracias amigo por pasar y por comentar.
Un abrazo.
Luis, muy bueno el ritmo y la ambientación de ese destino que el protagonista sabe inevitable. Abrazos y suerte.
Gracias salvador.
Un abrazo.