52. Banderita blanca (Lorenzo Rubio)
Abre los ojos, mira el reloj y suspira. Solo resta media hora de paz. No los ha cerrado aún cuando toca diana puntual a las siete. Casi sin tiempo para asearse, se equipa con el uniforme de combate y se pone a cuestas las armas de destrucción masiva. Pero, antes de salir como una bala hacia el campo de batalla, escucha a voces las últimas instrucciones del comandante.
Llega a su destino y, tras una avanzadilla, observa que aún duermen, por lo que, de modo fantasmal, se adentra en la línea enemiga y comienza con la sangría. Haciendo uso de una logística admirable, las maniobras han sido un éxito y no ha dejado rastro de su adversario en todo el perímetro.
Ahora revisa su plan de operaciones, pero no olvida las órdenes del comandante. El coraje la paraliza. Absorta, localiza al enemigo en casa. Vuelve en sí y contempla las armas que lleva cargadas. Y decide hacerle caso sumiso. Se despoja de los guantes de látex, tira el friegasuelos, ata una sucia camiseta blanca al recogedor, se monta en la escoba y sale volando por la ventana, mientras, con una sonrisa, se repite: “Te vas sin prepararme el desayuno, bruja”.
¡Batalla ganada! Qué bueno, Lorenzo. No me esperaba ese final magistral.
Un besazo a sus pies, mi señoría.
Me rindo ante ti, saco la banderita blanca. Un beso, Patricia.
Vaya batalla doméstica tan intensa que has planteado, con unas descripciones llenas de fuerza y un desenlace sorpresivo y mágico. Te imagino de corresponsal de guerra, tus crónicas serían para no perdérselas.
Un abrazo, Lorenzo
Gracias, Ángel, si es de batallas mágicas me apunto ya.
A más de una le habría gustado «desertar» así.
A mí me gustaría poder volar a lo Harry Potter. Gracias por comentar y leer, MCarmen.
Lorenzo, ¡menuda batalla!, la expresión «hacerle caso sumiso» genial, y al final te confieso que mi imaginación, ya sabes algo dramática, piensa que se ha suicidado. Luego, releo el texto, y la banderita blanca en el recogedor apacigua mi ánimo, esbozo una sonrisa y veo un final original y mágico. Abrazos.
Salvador, cosas más extrañas he visto hacer yo por un cola-cao jeje. Por cierto, desde que leí tu relato desayuno con embudo ;)))
Perdón, se me olvidaba lo fundamental: me ha encantado.
Ostras, perdón, se me olvidaba lo fundamental: muchísimas gracias, crack, y enhorabuena. Eres de los elegidos entecianos y eso quiere decir que ya sabemos tu secreto: tú no eres de este planeta ¡Te pillamos, granuja!
Me gusta como escribes, como rematas… Y aunque no estoy completamente segura de haberlo entendido perfectamente, no me importa.
Edita, seguro que no serás la única está redactado de forma muy hermética en cuanto a argumento directo. El disfraz de soldado y de la misión ‘falsa’ obliga a la relectura. Además, hay muchas elipsis, quizá demasiadas, hay que mirar en lo cotidiano, a qué lugares una va con esas ‘armas’ a trabajar. Entiendo que el segundo párrafo es el más complejo y el tercero, imprescindible, intenta dar sentido a esta alegoría en forma de microrrelato de denuncia.
Ah y gracias por pasarte y escribir, maja.
Lorenzo, original batalla la que se desarrolla desde primera hora del dia, y mejor final. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda. Como algunos relatos que he leído este mes por aquí, los dos primeros párrafos están al servicio del ‘comandante’ que es el tercero. 😉 un abrazo.
Hola, Juan, sí he encriptado el texto porque como trata de la guerra y el FBI está al tanto de todo no he querido jugármela. He tenido que luchar contra algún dragón y, al final, me ha faltado darle la estocada final. Al igual que la protagonista que he vestido de soldado y que se dedica a limpiar las casas de acomodados que no necesitan madrugar para vivir. Para que encima el vago de su marido le reproche que se va y sin hacerle el desayuno. Da risa o pena, pero seguro que hay hogares y maridos así. El final te lo dedico, Juan de mis hechizos, pues sé que eres un bruxo de los buenos, de los que haberlos no haylos ya. Un abrazo, my friend. (Por cierto puedes hacer un hechizo tuyo y adelantar el tiempo un mes a octubre para leer tu relato de los 70 ya????) seguro que sí cierro los ojos y…
Juan, buenísimo tu relato de octubre, gracias por tu encantamiento.
Qué bueno es leer estas guerras, maestro. Son, pese todo, delirantes.
Un saludo
JM
Qué bonito es soñar y si además con solo decir una cosa se cumple más bonito es el sueño. ¿Quién no ha soñado nunca con montarse en una escoba y volar? Esta fue oñido y hecho. No me llamas ‘bruja’, pues te voy a dar la razón. Gracias por pasarte, JM.
Si que es para leerlo y releerlo, al principio vi cucarachas, o ratas, después un marido insoportable y un desayuno lleno de insecticida e incluso una criada hasta el moño bueno, da lo mismo,me ha aliviado mucho que cogiera la escoba y haya atado la camiseta al recogedor, banderita blanca sucia. Por cierto, lo de ‘caso sumiso’, al alma me ha llegado. Suerte y un besazo, campeón.
Eva, te voy a decir un secreto ahora que un millón y medio de personas no nos leen. «Es mierda», simplemente mierda 🙂 su adversario y cualquier tarea doméstica que puede hacer una empleada de hogar. Y sí el marido es insorpotable y un egoísta, ¡hazte tú el desayuno! jaja aunque ahora que lo dices lo del insecticida en el desayuno no es mala idea… «cariño, no te preocupes, me voy a trabajar que hoy tengo cuatro casas a limpiar desde primera hora, pero en la mesa te dejo el desayuno, Un beso (el de la muerte)»
Gracias, Eva, a ver si te escuchamos mañana, ¿no?
Magnífico tercer párrafo con uno de los recursos que más sigue sorprendiéndome: la aparición del género real, no gramatical, del personaje. Algo que, además de dejarnos descolocados como lectores, nos hace dudar de nuestro sentido común como personas.
Cuando dices «El coraje LA paraliza», todo cobra un nuevo sentido. Y el «comandante», las «armas» y el «enemigo en casa» devienen otra cosa.
Pero lo mejor, sin duda, el final: montada en la escoba y musitando con una sonrisa las quejas que aún podría lanzarle su «comandante». ¡Que le den…!
Me has hecho pasar un buen rato, malandrín. Un abrazo.
Eduardo, cada vez que te leo, ya sea como escritor o crítico me encanta y sabes que lo digo no porque esta vez hayas sido benevolente con el relato, pues cuando me has dado un consejo de mejora ha sido excelente también. Aún recuerdo las buenísimas instrucciones en Ella y la bestia, por ejemplo. Muchas gracias, no sé si te habrán ayudado los comentarios o no, pero has pillado el relato a la perfección. Lo que más me sorprende es cómo has desvelado el secreto del género real, una de las cosas que más me costó para cuadrar el relato, y que me obligó a buscar expresiones con un género gramatical neutro: por ejemplo, tuve que cambiar «disparada al canpo de batalla» por «como una bala» que no desvelaba que era una mujer. Lo dicho agradecido y un abrazo.
Jaja, Lorenzo, que giro tan inesperado nos das. Un final brillante. Muy bueno. Un abrazo
Gracias, Concha, desde la primera letra todo estaba encaminado a buscar un efecto de sorpresa final, quizá eso condene un poco la magia de los dos primeros párrafos, que los tildo de siervos del primero. Un abrazo.
Buen reportaje de guerra. Donde los adversarios duermen cada noche juntos, pero al despertar uno vuela en escoba y otro vaguea sin parar. Pobre mujer vestida para matar la suciedad y enfrentarse a ella en otros hogares.
El desayuno.. que le den… ¡Madre mía! que se vaya de esa casa pero YA.
Buen final, mejor historia.
Un abrazo lorenzo
Mª Belén, me encanta tu frase » Donde los adversarios duermen cada noche juntos, pero al despertar uno vuela en escoba y otro vaguea sin parar». Exquisito resumen, gracias.
Genial relato, Lorenzo!! 😉
Me ha gustado mucho lo del caso sumiso, pero «salir como una bala hacia el campo de batalla» me parece genial!!! jajaja
Muy ameno y apetecible relato!
Enhorabuena!
Un saludo!
Gracias, La Marca! Esa expresión, como le comento más arriba a Eduardo, era suplente en un principio, entró buscando el recurso de la expectación. Un abrazo.
Lorenzo, me has hecho sonreír, y eso siempre está muy bien…, aunque tengo que reconocer que soy de sonrisa fácil, o eso dicen; pero bueno, aparte de que la sonrisa sea algo inherente a mi persona, debo decirte que me ha encantado tu relato bélico–doméstico.
Abrazosss
Y a mí me ha encantado tu comentario tan gracioso. Gracias, Inés.
Me veo reflejada en esa soldada.
A veces no me he terminado de asear y tengo pegado a las manos el cepillo.
¿Donde venden esas escobas voladoras?
Creo que en los chinos jejeje.
Que acierto has tenido con el título. Yo, en esa batalla, también me rindo.
Te imaginas que mañana nos levantamos y todas las casas estuviesen llenas de banderitas blancas. Más de uno no sabrí ni ir a trabajar. Gracias por tu lectura y comentario.
Esta batalla me suena, es muy cotidiana y muy frecuente. Ya verás como cunda el ejemplo y haya deserciones masivas.
Muy divertido,
Abrazos
Jaja eso decía arriba sería curioso un mundo lleno de amas de casa voladoras. Gracias, Asun, una vez más por pasarte por aquí.
Loren muy bueno tu relato; este tipo de batallas suceden a diario en muchos hogares y no son noticia en lo telediarios, y siempre con los mismos protagonistas.
Besos.
Es una batalla muy común, pero que deja más fracasos de los que nos pensamos.
Lorenzo de una manera humorística nos retrata o denuncia la doble jornada de trabajo a la que están expuestas, creo que la mayoría de las mujeres que trabajan, tienen que atender los asuntos del hogar y luego salir a traer dinero para sostenerlo. Me parece que tu protagonista, al salir volando en su escoba es solo una metáfora para exigir trato igual a todos los miembros de la casa. Muy bueno.
Saludos.
Gracias, Beto, por tu comentario tan acertado. Siempre mola leerte.
Me has atrapado completamente en tu trampa, he caido en esta guerra de andar por casa y con el enemigo de incógnito pidiendo desayuno.
Una bruja buena que consigue sacar a volar a su escobita mágica y dejar plantado al freco.
Me gusta tu guerra ganada.
Me gusta tu comentario, Isabel, muy en la línea argumental del micro. Muchas gracias por pasarte.
Muy bueno, Lorenzo. Es cierto que algunas batallas se ganan huyendo, aunque sea en escoba. Pobre enemigo, lo veo quemando sus naves. Sus tostadas, quería decir.
Jaja de 10 un comentario que bien podría ser el final del micro. Gracias, Juanjo.
Solo he leído el primer párrafo y sonrío porque creo que hablas del inicio de la jornada, ese levantarse para ir al trabajo, ese comandante, jeje. ¿Me equivocaré? Segundo párrafo que me hace pensar que estoy equivocado, también pensar si trabaja en un hospital y los enfermos aún duermen. Jo, he acertado, eso no sé si es bueno para el escritor, allá él. Es el final lo único que me ha pillado desprevenido, ese ser bruja de verdad (aunque creo que es una metáfora, una liberación) y ese machismo del marido. En fin, que hay que ver como te lo montas para crear historias cotidianas. Suerte.
Gracias por la crónica, Javier, es bonito leer el micro y ver cómo avanza en la mente de los lectores. Creo que es algo positivo para seguir aprendiendo. Un abrazo y suerte a ti también en esos frentes que tienes abiertos. A ver si te escucho pronto por wonderland.
Realmente ingenioso. Sienta envidia sana. Suerte. Un saludo.
Gracias, María, en este mes cada vez que leo un relato por aquí me quedo con el sabor de esto no se me podía haber ocurrido a mí. 🙂
Y esta vez, no hay marcha atrás, y me parece la mejor elección. Genial. 🙂
Quería darle la vuelta, al relato de Marcha atrás, como una segunda parte… Porque el que la sigue, la consigue.
Batalla doméstica aderezada con la buena pluma del escritor valiente que además de ver las cosas, las mira. Denuncia entre líneas diluida entre metáforas bélicas que le dan jocosidad pero que no le restan importancia. Tengo que felicitarte por el atrevimiento, por el desborde de imaginación y por esa imagen final que me ha ganado. No veo mejor manera de rematar tu historia que con esa bruja volando. Mucha suerte 🙂
Gracias, Juan Antonio, aprecio tu comentario. Veo que además de gran escritor y mejor persona también eres un buen crítuico. Firme candidato para el microcospoio, si no lo has sido ya jejeje Un abrazo.
Jajajaja Lorenzo muy divertido y atinado, nos despistas, pero luego se va oliendo lo que parece que pueda ocurrir sin lo de la escoba, pero me duele que sea bruja jajaja. Aunque si no, ¿quién gana la batalla a D.Limpio??
Abrazos y suerte
Hola, Manuel, gracias por pasarte por aquí y me alegro de que te hayas echado unas risas. Tiene una vertiente cómica y otra triste, pero intenté que al final prevalezca la sonrisa de esa venganza haciendo que se cumpla como una profecía las últimas palabras del ‘comandante’. Un abrazo campeonísimo.
¡Ah! La batalla diaria, dura en sí misma, por eso, por ser diaria. Me ha gustado lo de salir volando, tengo algo de bruja. Genial relatado, en tu línea. Un abrazo
Lorenzo, como siempre, buenísimo. Qué final feliz. Ojalá todas hicieran «caso sumiso» y volaran hacia la libertad de hacer desayunos o no, por amor y no por miedo…