JUN159. SUCESO, de David Moreno
Al otro lado de mi espejo habita un hombre de apariencia cansada pero muy cordial y eficaz, siempre que me asomo ahí está para saludarnos. Hemos establecido una relación divertida porque si saludo con la mano derecha, él lo hace con la izquierda; si le guiño el ojo izquierdo, él guiña el derecho; si aparezco por la parte inferior, igual hace él; si me acerco con una vela encendida me sorprende con otra. Al principio me paralizaba que nuestros movimientos fueran totalmente acompasados, luego ya me acostumbré. Ahora me cuesta pensar que un día se vaya para no volver. Y por eso, desde anoche estoy preocupado, porque o por primera vez se apresuró tanto que cuando fui a mirar ya no estaba o le pasó algo: tras unos minutos frente al espejo no vi a nadie.
Mientras sigo con mi vida no me olvido de lo ocurrido. Es fin de semana y no tengo nada que hacer. De repente me entran ganas de limpiar el trastero. Cuando estoy bajando las escaleras me asusto al ver que el hombre del espejo yace en el suelo sobre un charco de sangre.
Mmmm muy interesante relato.
Gracias Miguelángel por tu comentario.
Me parece bien que te parezca interesante.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Qué le habrá pasado al hombre del espejo. Quizás hay intentado escapar de su destino, probar a hacer un gesto por si mismo, viajar lejos, hacer las maletas. Al menos lo intentó. Interesante micro. Un abrazo.
Gracias Miriam por tu comentario.
Ahí está el enigma del Hombre del espejo. Está bien que cada lector le dé un destino y una explicación. También me parece bien que te parezca interesante jeje
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
La clave está en «De repente me entran ganas de limpiar el trastero». Este arrebato tan metafísico alumbra el final y da pie a deducir que ya llevaba unos días muerto.
Un abrazo.
Gracias Susana por comentar.
Muy acertada tu apreciación. Sintió una necesidad metafísica, repentina, ¿inexplicable? de limpiar y bajar al trastero… ¿casualidad?
Ahí queda.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin