78. El secreto de Victoria: la dieta del doctor Wilt Montoya (Mel)
Victoria iba a morir, y con ella sus 132 kilopótamos y las burlas de todos sus conocidos. Renacería como Vicky, en una talla XL que la mimetizase con el resto de fauna urbana.
El doctor Montoya estudia los análisis de sangre, palpa michelín y aprieta lorza. Al final entrega, por 350 euros, la dieta a seguir el próximo mes; además de pasear un par de horas al día y mantener sexo con regularidad. ¡Qué más le gustaría a ella! El doctor sonríe cómplice y le recomienda una tienda.
“Sex shop Montoya, la tienda de las …” allí adquiere un modelo a pilas que resultará ser su único consuelo tras treinta días a base de fruta, verduritas hervidas y pollo a la plancha. Incluso ha llegado a salivar pensando en la zanahoria cruda de media mañana.
El doctor arquea las cejas al comprobar que la báscula marca cinco kilos más. Ella insiste en que ha seguido la dieta a rajatabla, incluso cuando no podía acabarse las 203 galletas de la merienda.
¡Qué bochorno descubrir que eran 2 ó 3 galletas! En fin, el mes que viene lo conseguirá. Sale de la consulta y se encamina al super: debe comprar más pilas.
El relato da para muchos comentarios, desde completar el nombre de la tienda de Montoya, hasta localizar exactamente las glándulas secretoras de saliva de Victoria. Pero respetando el tradicional recatamiento verbal de este blog nos contendremos por esta vez. No tanto como para omitir que se agradecen estos relatos llenos de humor, aunque también de pena porque el personaje se va a gastar en pilas lo que se ahorre en comida. En fin.
Suerte Mel y un besote.
Un sabrosísimo relato de humor casi negro que que al igual que a nuestro común amigo Rafa, me ha dado risa y pena a la vez.
Una batalla difícil de ganar. Menos mal que la pobre se lo toma con paciencia. Y con una sobre dosis de pilas, jaja.
Saludos.
Me da a mí que esta chica no ha perdido la batalla, porque al final de la historia ya no compra productos hipercalóricos en el super, sino algo con fines mucho más saludables y divertidos.
Me he reído un montón, está contado con mucha gracia e ironía: los kilopótamos, lo de que la talla XL la mimetizará con el resto de la población, el hecho de que el doctor deshacelorzas sea también el dueño del sex shop… Muy ocurrente. Besos y suerte. Y a ver si yo también me pongo las pilas este mes (:)), que no se me ocurre nada.
Siempre se ha dicho que contra gula, lujuria. Esa dieta está bien, como tu relato.
Un saludo
JM
Te propusiste hacer un relato rompedor y sanamente gamberro y lo has conseguido. Aclarado al final el malentendido de la protagonista tras su primer mes de tratamiento, ya sólo queda esperar los resultados de esa dieta, que por fuerza tienen que ser satisfactorios. Se trata de un método espartano, desde luego, pero no todo en él son privaciones, también tiene su desahogo.
Te deseo mucha suerte y te mando un fuerte abrazo, María
Vaya nota de humor más buena entre tanta guerra. Está genial, divertida y con un toque picaron con tanta pila. ¡Hace bien, que tanta alimento hervido puede hervirte el seso (sexo).
un beso María.
¿Desengordar con sexo? ¿no le hubiera ido mejor de empezar antes?
Un saludo.
Me he reido con tu relato, divertido y contado de forma muy amena y fluida. Aunque me da un poco de pena la chica, creo que le irá bien a partir del segundo mes y ganará la batalla.
Un abrazo
Muy divertido el relato ,si es q eso de las dietas…
Saludos Mel
Gracias gentes, me alegra haber hecho reir, qué sano es!!!
Mi prota nunca será un ángel de Victoria Secret, perdió una primera batalla por detallitos técnicos de letra pequeña, pero conseguirá ganar la guerra, haciendo más el amor, será hippie!!!
María, que bueno es tu relato; aunque ganarle la guerra a los kilos sea una dura batalla, en el se barajan otras soluciones. Suerte y saludos
Pues yo siempre había creído que el sexo hacía engordar… En fin, divertidísimo y mucho más.
Felicidades, Mel
Como entiendo a Victoria yo todos los días me levanto con idea de hacer dieta, pero de camino a la cocina sufro un ataque de amnesia y no recuerdo el propósito hasta que me levanto al día siguiente, y otra vez lo mismo.
Muy divertido,
Besos
Simpático relato, yo creo que su problema es más de sordera, mira que comerse 203 galletas, menos mal que no le dijo 203 cebollas.
Mel, fresco, desinhibido, súper divertido. Me ha encantado. Abrazos.
jajaja…muy bueno Mel, cómo me has hecho reír. Todas las dietas deberían incluir algo así para compensar. Por cierto, una duda pícara: ¿la salivación a mediodía por la zanahoria a qué se debía?
Eres el antídoto perfecto contra el dolor que me acaba de dejar el relato que he leído antes del tuyo, ese humor tan tuyo tiñe una historia que no deja de tener su punto amargo, a pesar de esas 203 galletas…pero como tú bien dices, no se han firmado aún las capitulaciones!!
Un abrazo Mel, mucha suerte.
Tu relato es de los que curan con una gran risotada y sonrisa. Muchas gracias Mel, es la mejor cura para tanta guerra.
Un relato lleno de buen humor. Ahí reside la importancia de acentuar la letra o cuando va entre números. Es culpa del médico, sin duda XD. Me he reído mucho y tengo que decirte que se agradece mucho que bajo la temática de este mes hayas logrado sacar un relato de esta enjundia. Mucha suerte 🙂
Jajajaa Mel vuelve el talentazo, la otra forma de ver la batalla y la propia vida. Hay mucho que aprender de relatos así.Me ha encantado y creo que con tanta «Montoya…» se le escaparon algunos detallisto jaja.
Genial, abrazos y suerte
Gracias de nuevo a todos, encantada de haceros reír,especialmente con un tema como «tras la batalla».
Contestando a tan importante cuestión: la zanahoria, no es acaso un engañabobos? y la pobre pasaba tanta tanta hambre, de todo tipo…