94. El precio
Se despertó abotargado, agradeciendo al mundo que no fuera lunes. Se incorporó a medias, se estregó los ojos y vio la mañana entrar por los cristales y Las lunas de Júpiter sobre la mesilla de noche. Cogió el libro, se puso las gafas y reparó en el cuerpo adormitado de su mujer, mostrando la piel de los cincuenta. Se quitó las gafas, cerró el libro y quiso levantarse para ir al servicio, cuando la oyó decir que tenía frío. La arropó pensando que el apuro podía esperar (sí, podía esperar). Ahora fue él quien se quedó quieto, incapaz de espabilar. Amagó un bostezó, se frotó la frente con la mano y estiró los pies, para prevenir un tirón de esos, de los que dan cuando menos te lo esperas. Recordó la fractura de la tibia, buscó arañas en los muslos y descubrió canas en el sexo. ¿Qué, las secuelas de la guerra?, bromeó su mujer, que no se molestó en darse vuelta. Se fijó ahora en el timbre de la voz, las estrías de la piel y las varices de las piernas. Es la edad, son los hijos… así es la vida, continuó ella adivinando los silencios. Es el precio.
José Ignacio, si, ganar la batalla de conservar la salud y el buen aspecto es una lucha sin cuartel. Suerte y saludos
Bueno. Hay que estar ahí, ¿no? Las secuelas son las secuelas. Gracias por pasarte y comentar. Saludos (¡y cuidarse! Jaja).
Sí, y las arrugas, flacideces, etc, son las medallas.
Hay de todo. Medallas, distinciones, primeros y segundos premios. En fin, todo un arsenal de refuerzos positivos. Gracias por pasarte y comentar, M Carmen. Saludos (¿Cuántas veces dijiste que ibas al gimnasio a la semana? 🙂
Gracias, Ana, por pasarte y comentar. Se ve que tienes la sensibilidad a flor de piel. Es difícil captar lo que no se escribe y tú lo haces. Saludos. Y suerte a ti también.
Fantástico el ritmo, la cadencia, el fluir cómo un río de tu texto.
Fantástico, aún más, el cierre que le das.
Una pega (no todo va a ser fantástico): le hubiera puesto a tu prota unas cuantas décadas más…jajaja.
Noooo… Que si no se multiplicarían los achaques, las taquicardias y vete tú a saber qué… Jajaja. Gracias por tus comentarios. Los tendré muuuuy en cuenta. Ya me estaba deprimiendo.
Me gusta la idea que le das a tu relato. las batallas diarias de la vida te van poniendo esas medallas que nadie queremos y que todos vamos o iremos teniendo. Hay que vivir con ello.
un abrazo José Ignacio
Entonces qué, María Belén: ¿vamos o iremos? Jaja. No sabe uno donde se pone, eh? Jaja. Te agradezco mucho que te pases y me dejes tus opiniones. Saludos.
Así nos condecoran a veces en la vida, con dolores de huesos, vesiculas cargadas de piedras,… Es el precio, tú lo has dicho
Un saludo
JM
Bueno, tampoco hay que exagerar, no? Unas canitas te dan un toque interesante. Jaja. Saludos. Gracias por pasarte.
Bueno, un relato sobre el inicio de la vejez, aunque hoy en día a los cincuenta todo funciona, aunque más despacio. ¿Las varices no son tatuajes del tiempo?
Es una bonita forma de dirigirse a ellas (jaja). Gracias, Javier, por pasarte y dejar tus comentarios (perdona el tuteo).
Bueno, parece que el madurar de los cuerpos es una derrota. Leo nostalgia de cuerpos pasados. Sin embargo creo que crecer con tu pareja y amar cada rinconcito de su cuerpo, año a año, es una meta alcanzable, una guerra victoriosa.
Gracias, Isabel, por pasarte y comentar. Llevó media hora pensando que contestarte, porque estoy ko. A ver. A ver… Bueno, la verdad es que no sé. Lo único que se me ocurre es decirte que este hobby me permite acercarme a la realidad e intentar comunicar la fuerza que tienen las historias cotidanas. Muchas veces le añado toques de humor. Pero en este caso alguien ha encontrado melancolía, y tú encuentras nostalgia, te implicas y haces una propuesta. Pues de lujo, Isabel. Pero recordar: mirar siempre al frente. Abrazos (y cuidarse mucho, jaja, que los años están ahí afuera, jaja). Hasta el mes que viene.
PD. Si no dejas apellido no se quién eres y no te puedo devolver comentarios.
Este pasatiempo que hemos encontrado, como tu dices, nos permite crear historias y, también muy interesante, acercarnos a las de los demás y sentir su impacto en nosotros.
Me puedes encontrar, este mes, «Buscando la Paz» en el número 41.
Gracias por dejarme tus referencias.