JUN149. CONDENA NARCISISTA, de Sandra Monteverde
Todas las madrugadas en cuanto el primer rayo de sol asomaba por la ventana, se plantaba frente al enorme espejo a cultivar su gran pasión: mirarse y admirarse a sí mismo.
Conocía aquello de que las comparaciones son odiosas, pero no podía sustraerse a su propio encanto y se veía el más bello, elegante, fuerte y esbelto de todos. Unos minutos antes de las siete, volvía a la cama y ocultaba hasta el día siguiente su egolatría.
Cuando el despertador sonó a las seis y cuarto de la mañana, lo cogió desprevenido, observándose atentamente de perfil. Susana se rascó la cabeza, se estiró y se levantó rápidamente, justo en el momento en que el dio el gran salto.
La niña se vistió a toda prisa y asiendo su maleta se dispuso a irse de vacaciones durante todo el mes de agosto junto a sus padres, en la casita de la playa.
Desolado y maldiciendo su narcisismo, regresó a su atalaya, para volver a mirarse en el espejo. Y allí, poco a poco, el piojo languideció de hambre mientras adoraba su propia imagen.
Que original, y que picores. De ahí vienen «Como piojo sin amo», bueno era perro, pero encaja.
La verdad es que sorprende el final y está muy redonda la historia. Felicidades y suerte.
que buen texto lleno de realidades que a veces vemos