41. JUAN
Apoyados en un banco de la plaza, lo esperan impacientes.
– ¡Date prisa, Juan!- gritan.
La brisa de la noche mediterránea envuelve sus ilusiones y alborota sus cabellos.
Conocen el lugar en el que sentirse espectadores de primera fila y quieren llegar cuanto antes. Cuchichean repasando sus planes.
En el cine de verano bulle la vida y huele a calamares fritos y aunque ellos ya han cenado, se relamen. Cuando se tienen diez años, la sensación de saciedad es una desconocida.
Palpan fugazmente sus bolsillos para cerciorarse de que llevan provisiones. Ríen felices, la noche es suya y es mágica.¡DE CINE!
Trepan sin orden y se encaraman al árbol más frondoso, para ver sin ser vistos. Se remueven buscando la postura más cómoda pero al sucederse los fotogramas su expresión se hace de pronto adulta, contienen la respiración y hasta dejan de mascar. Sus ojos brillan, sus pupilas se dilatan.
Mientras sacude sus pantalones para que su madre no ande haciendo averiguaciones, Juan, que siempre ha tenido buen oído musical, tararea “Istambul blues” y piensa que mañana, en la hora de Gimnasia, también correrá en sentido contrario al de sus compañeros. Aunque pequeño aún, sabe muy bien lo que quiere.
Mercedes, has conseguido que pase a llamarme Juan durante un rato. Yo soy ESE Juan, TU Juan, como estoy seguro de que lo somos tantos por aquí. La situación está tan bien descrita, que me ha parecido revivirla; y el final me parece que plantea de una forma tan bella esa radical desobediencia de la primera adolescencia, que no puedo dejar de estremecerme.
Has logrado trasponer en melancolía una peli tan dura… Enhorabuena.
Oh…es precioso eso que dices. Gracias de corazón. Buenas noches.
Mercedes, me has hecho rememorar el gusto por el cine en mis años tempranos, además de volver a evocar una película mítica, con esa escena que tan bien subrayas, en la que el protagonista, igual que tu niño, corre en sentido contrario al de sus compañeros, un acto de rebeldía y de hermosa afirmación simbólica de unos pequeños que dejan de serlo y buscan su propio camino.
Mucha suerte y un saludo
Cine de verano y «Expreso de medianoche»…, menudo cóctel. Y sin embargo, te ha salido un relato excelente.
Un saludo
JM
Me has hecho trabajar (soy una analfabeta de cine) porque me ha encantado el relato y necesitaba saber. Ahora incluso me gusta más.
Yo no soy Juan, pero sí Juanita, la que se ponía tacones y se pintaba los labios para poder ver pelis «no aptas».
Un relato delicioso el tuyo.
Qué guay, un árbol al que encaramarse, yo tenía que pasar por taquilla… Dura película y tierno relato. Saludos.
Yo tuve que enseñar el carnet para ver esta película . Me pareció estremecedora, muy dura, pero queríamos verlo todo , todo. No había otra cosa::pantalla grande y cine, cine, cine…
Yo también opino que es un relato muy tierno y evocador. Mucha suerte y saludos.
Evocador tu relato, entre líneas se perfilan los 70′, y perfecto el entramado de la historia personal de Juan con la de la peli, y ¡aupa Juan! seguro que ha llegado lejos…
Primer relato que leo este mes y… Casi me caigo de la silla. Maravilloso. Enhorabuena.
Madre mía, me estoy sonrojando por momentos. Gracias, gracias, gracias a todos los que habéis leído mi relato y a los que me habéis lanzado tantos piropos, bueno, a mi no, a Juan…Gracias y una sonrisa en esta noche de luna inmensa.
Precioso, como todo lo que haces. Un beso grande.
¡Que buen relato! me sentí un niño viviendo la aventura reservada para mayores. Que bien llevas el personaje, lo haces totalmente creíble.
Un abrazo y suerte.
Mercedes, bonita forma de contarlo. Tan real que nos toca de cerca Juan con sus actuaciones. Suerte y saludos
Tierna la historia de estos niños que se labran una cultura cinematográfica a base de trepar a un árbol para ver lo que de otra forma les estaría vetado. Y esa pequeña rebeldía final de tu Juan da una buena pincelada en su caracterización como personaje. Ahora será un cinéfilo empedernido, fijo. Besos y suerte
INCREIBLE
Sabes manejar los sútiles hilos de los sentimientos más profundos y las experiencias lejanas, pero curiosamente comunes a muchas generaciones que -como tú- compartimos el universal mundo de la poesía. GRACIAS GUAPA, yo también he sido Juan por un momento.
Hay un momento en la vida de los niños y niñas en los que se siente una añoranza de algo que aún no se ha vivido, es un anhelo que duele por dentro. Tu Juan lo sentía mucho antes que sus compañeros y quería chillarlo a los 4 vientos, o correr en sentido contrario.
Me ha gustado también mucho tu relato. Me ha transportado a aquella bella emoción.
Nos sitúas muy bien y el relato te va arrastrando poco a poco y sin que te des cuenta a ser Juan. Lo has desarrollado con eficacia y mucha naturalidad. Un abrazo y suerte 🙂
¿Cómo puedes decir tanto con tan pocas palabras?. Imagino que ahí está el arte. He necesitado leerlo varias veces para pillar todo su contenido y no he reconocido la película, que hace tanto tiempo vi, hasta leer algunos comentarios. Enhorabuena.
A veces se podría decir muchísimo más pero para eso hay que entrenar duro, porque aquí hay buenos competidores. Un abrazo a todos.