JUN96. ECOS SOBRE EL ASFALTO, de Érika González Leandro
Después de interminables pruebas han descubierto lo que tengo. Por lo visto he sido víctima de una fuga de cerebros en la que todas mis neuronas espejo se han ido a otro cuerpo. Como ella. Sin esas neuronas no podemos ponernos en el lugar de los demás o aprender buenos comportamientos. Tampoco amar. De ahí, mi potente agresividad y escasa habilidad para mantener relaciones. Y su abandono.
La solución fue someterme a una vacuna experimental de cinco dosis donde me prometieron que me dejarían como nuevo.
Ahora no solo lloro por todo, sino que cuando llueve mi piel refleja aquellos viejos ecos de silencio que ella lanzó sobre el asfalto tras su portazo final.
¡Hola, Érika!
Menos mal que encontraron la forma de dejarlo como nuevo que si no…
Pobre hombre, ¡qué angustia!
Me ha gustado mucho la forma de contar la historia, pero no he sido capaz de pillar el sentido.
Besos y suerte.
Hola Towanda, gracias por el comentario, siento mucho que no lo hayas entendido. El tema de este mes es el espejo y quise utilizarlo de otra manera hablando de nuestras neuronas llamadas también así, al final es el propio protagonista, que después de la vacuna, se convierte en un espejo reflejándose todo el dolor del amor que le dejó.
Suerte con la memoria en el espejo. Besos 🙂
Gracias, bonita… Ahora todo cuadra.
No sabía eso que dices de las neuronas…
Un abrazo y mucha suerte.
A ti, sí, son las neuronas que nos sirven para tener empatía y otras muchas cosas más, ¿por qué bostezamos cuando vemos a alguien hacerlo? pues por esas neuronas espejo, muaaaa
Leer y, a la vez, aprender, ¿se puede pedir más?
Me gusta eso de la empatía, hace falta en grandes cantidades.
Gracias de nuevo.
Un besotazo (beso+abrazo)
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Muy imaginativo, Érika, y gracias por la explicación que ayuda a entenderlo mucho mejor. Un abrazo
Hola, ya, bueno me da rabia que haga falta la explicación, porque significa que no lo redacté bien, debería de haberlo dejado reposar más tiempo, lo intentaré cambiar para cuando lo publique en mi blog. Un besote Juana.
No, no, de eso nada. Fui yo que estuve torpe y no lo entendí.
jajaaj no te preocupes mi niña, pobrecita, si te agradezco que me digas esas cosas, que así veo donde fallo y poder mejorar.
Hola Ana, muchas gracias, me dejas muy contenta con tus palabras, hay muchos relatos buenos y que tú lo valores así, ya para mí queda premiado. Un beso muy fuerte.
Me encanta el ritmo, entre conformista y aceptación. Salvo por la frase final, que es como que no.
Un abrazo.
La verdad que cuando terminé el relato estaba muy emocionada, luego según pasaron las horas y los comentarios pensé que el final no expresa bien lo que quise decir, gracias Susana, te mando un beso muy fuerte.
Joooo Ana!! es exactamente lo que quise decir, te lo juro, muchas gracias por saber captarlo. Besos.
Cuando te das cuenta de lo insensible que fuiste, por ignorancia o por dejadez o porque no podías empatizar con la otra persona, es como un mazazo. Aunque por otra parte, ojalá existiera una vacuna como la que cuentas, para que algunos pudieran ser conscientes del daño que hacen : ). Entiendo que el micro dé fuerte, es una sensación muy intensa la que relatas. Un besazo, preciosa. Vengo tarde pero vengo.
Gracias mi niña, ojala existiera, voy a leer el tuyo ahora mismo, besitos.
No conocía las neuronas espejo y me parece muy original y diferente el camino que has elegido para este mes. No soy partidaria de ser conejillo de indias en vacunas y menos si voy a llorar por todo. 😉
(No te había localizado hasta ahora. Me he enterado por el comentario que has dejado en el de Luz. Lo siento, este mes no he leído mucho por aquí)
Mucha suerte! besos
Ayss, no te preocupes, yo sé que si no hay comentario es porque no lo has leído, yo no solo lloraría, sino que seguro me desmayo con el pinchazo :DD, gracias Bea, suerte para ti también. Besos.