81. ¿Por quién doblan las campanas? (La Marca Amarilla)
Limpio la aguja con un suave soplido, la deposito con delicadeza sobre el vinilo y, después de unos segundos de leve crepitar, comienza a sonar la genial cadencia sonora de “Tubular Bells”. Entonces te recuerdo.
Te recuerdo la noche del estreno, sentada a tres butacas de mi corazón inerte, disfrutando de la película mientras el público gritaba y apartaba la mirada de la pantalla. Sin embargo, tú la contemplabas con fascinación –plácida- con la certeza de que nada malo puede pasarte, ni siquiera conocerme. Fantaseaba con ello.
Fantaseaba, mientras aquella niña impostora vomitaba un batido de guisantes sobre un ridículo hombre de negro, cuando lo anhelado sucedió: tu mirada, a tres butacas de mis ojos ardientes, se cruzó con la mía. Fue entonces cuando me di cuenta del error.
Me equivoqué como hacía siglos que no lo hacía. Vi el grotesco crucifijo colgado de tu cuello de cándida novicia y me percaté, iluso de mí, de que no fue la sugestión del mal lo que te atrajo hasta la sala de cine sino tu embeleso por aquel actor sueco y su estúpido papel.
Miguel Ángel, cuando, como en tu relato, dejamos a la fantasia y el deseo volar, la realidad nos coloca una venda. Muestras claras imagenes de lo que está ocurriendo. Suerte y saludos
!Guau! Se me mexclaron las imágenes de la niña del exorcista con una de vampiros y hasta de Doña Inés del alma mía. Una buena ensalada terroríca, sí señor.
Todo el cine con la película y él a lo suyo, sí señor, la lástima es esa querencia en fijarse en quien no le va a corresponder.
¿Y ella? mira que embelesarse con un actor sueco, teniendo un machito hispano real y tan cerca. Aparte de que habría que pedirle un poco de coherencia a esa chica; vale que su querido actor hacía de sacerdote, pero ¿y sus votos? Ay, pecadora.
El problema del protagonista es que sabe mejor que nadie que el corazón recibe pinchazos que no se olvidan nunca, que terminan irremediablemente asociados a una película o a una música, con más razón si es genial, como tu relato.
Mucha suerte y un abrazo
Hasta el diablo se equivoca. Muy bueno tu relato, Miguel Ángel. Un abrazo
Miguel Angel, genial esta escena que nos muestras. Ha sido como si hubiera estado sentada entre la chica y el diablo…
Abrazos
Para bueno, bueno, el batido de películas que tu nos has hecho. Menudo recorrido diabólico.
Felicidades, felicidades y felicidades…
Me encanta el micro y, cada vez que la vuelvo a ver, la película. ¿Será que nos falta algún hervor o que somos así de diabólicos?
Abrazos y toda la suerte del mundo.
Me ha parecido un remix de lo más peculiar, por quien doblan las campanas, el diablo y el tubular. Mucha imaginación y muy bien llevada en el relato.
Abrazos.
Buena música elegida para tu buen relato. Has creado tensión en esa sala de cine y un final que sorprende.
un abrazo
O estoy muy espesa o no veo que haya remix de películas. Solo veo «El Exorcista» con un espectador muy especial que ha salido «de caza» y la ironía fantástica de que hasta el Diablo comete errores (bueno, en teoría no sería el Diablo si no hubiese cometido su primer error…). Confieso que hay fragmentos de «Tubular Bells» que me dan más miedo que Regan haciendo gala de cervicales ágiles. Besos y suerte.
Yo tampoco veo mix de pelis, pero me confunde el título. Por lo demás el relato está bien y la idea de un diablo frustrado me parece de primera. Además lo has convertido en tan cercano que tiene tocata y todo. Interesante. Mucha suerte, compañero.
Micro abracísimos lunáticos.
Una estupenda escena esta del diablo y el chasco que se ha llevado. La película escogida le viene al pelo. Lo has planteado todo desde la proximidad y además con mucho acierto. Un abrazo y suerte 🙂
Miguel Ángel, a pesar de tantos siglos de sabiduría, el diablo ha perdido perspectiva, no ha sucumbido a la sugestión del mal, pero la lujuria ha anidado en la joven novicia, jajaja. Muy bueno. Abrazos.
Buena narración. Como decimos por acá, «se quedó con los crespos hechos».
Feliz 31 de octubre.
Miguel Angel, has conseguido meternos en situación desde la primera linea del relato. Yo personalmente me he encontrado sentada en ese cine, justo detrás del diablo, observando toda la jugada y sin poder advertir a la que creí que iba a ser su víctima. ¡Pobre diablo!
Suerte y abrazos.