91.Apocalypse now redux
Martes, diez de la mañana. Martín continúa tumbado en su cama, mirando al ventilador de techo que instaló cuando decidieron desconectar el aire acondicionado. Los gritos de su mujer exigiéndole que haga alguna cosa explotan en su interior como bombas. Se dirige un día más, hastiado, hacia la cola del paro. Allí observa a sus extraños compañeros de fila: chavales que se ríen de la guerra que viven, bailando y fumando porros; aquel extraño hombre que dice encantarle el olor que desprende la desesperación por las mañanas; personas que gritan a sus móviles como si estuviesen insultando al aire… Martín avanza como si todo aquello no existiese; hoy es un día importante. Ha conseguido, por fin, una audiencia con el director de la oficina; un hombre del que sus funcionarios hablan con una especie de respeto místico. Él le daría una solución.
Quince minutos después, aquel calvo sigue disertando sobre el horror que supone el desempleo y lo que puede llegar a hacer una persona sin esperanza. Martín, con aquella canción de The Doors rebotándole en la cabeza, comienza a pensar que un asesinato le mantendría alimentado durante veinte años; sin gritos acusadores que soportar.
Bueno, jajaja, no le culpo, visto así es la solución a sus problemas.
Huuyuuyuy, ese final tiene tantas posbilidades.
Raúl, a grandes males mayores remedios, eso parece. Lo cuentas muy bien. Suerte y saludos
Genial la vuelta que le das a la situación. Lo encuentro muy bien contado y cuesta poco participar de ese hastío del protagonista. Al final me has sacado una carcajada y un !qué cabrón!. Me ha gustado mucho. Un abrazo y suerte 🙂