JUN85. EN EL ESPEJO, de José Manuel Molina Monclova
Ahí estaba el reflejo de aquel desconocido, puntual como cada mañana, con su mirada vacía y su rostro cansado. De repente apareció el otro misterioso reflejo igual de puntual, los dos se agacharon hacia el lavabo y abrieron el grifo, el agua resbalo por ambos rostros se secaron con las toallas y sus rostros reflejaron su humanidad.
-¡Hola cariño!
-¡Buenos días amor¡ Un sonoro beso inundo el espacio de aseo.
Los dos alzaron la voz.
-¡Niñas, arriba!