102. SOLOS EN LA OSCURIDAD (Antonia)
A veces la sorprendo con un hilo de llanto sobre la butaca y aguardo silencioso hasta que se serena.
Otras, parpadea con una luminosa carcajada intermitente y sonrío ante su felicidad.
En los dramas la noto apagada y su oscuridad me despista, hasta que mi mano la percibe sobre el ajado terciopelo rojo.
Hemos compartido músicas, palabras, imágenes y hemos sido cómplices de todas las emociones.
Son antiguas y constantes nuestras citas y sin embargo sigo necesitando de su presencia.
Mis dedos juguetean a ratos con su piel que aunque rígida y metálica es siempre cálida y tranquilizadora para mí.
Yo cuido de su existencia y a cambio ella responde a mis deseos.
Cuando nos separamos y la deposito en la taquilla sé que mi linterna espera, cómo yo, la próxima sesión para reencontrarnos en la suave penumbra del cine.
Jo… qué bonita la relación, qué bien explicada y cómo te has quedado conmigo. Original el relato y el único (creo recordar) que ha transportado las historias de amor del celuloide a esta «extraña pareja». Un abrazo y suerte 🙂
Gracias Juan Antonio, contenta por tu comentario. Suerte también a ti. Abrazo.
Has sabido trasmitir esa relación de dependencia entre tu protagonista y ese objeto con el que comparte todas las sesiones de cine. Me gusta la idea, es diferente, original y me ha encantado como lo narras.
un beso y suerte Antonia.
Muchas gracias, Belén.También los objetos tienen su aquel y hay que animarlos 🙂 Un abrazo y suerte a ti también.
Muchas veces nos apegamos con objetos y es muy difícil separarnos de ellos. Muy bueno, Antonia, y la idea me parece magnifica. Un abrazo, Sotirios.
Gracias, Soti, muy amable. Pasaré a leerte a tu casita. Un abrazo.
Preciosa relación entre el acomodador y su compañera inseparable, la linterna. Tejes una relación de sentimientos con un ser inanimado. Muy original tu propuesta. Un abrazo. Gloria
Los sentimientos son libres, así que ahí anda él con los suyos.Un comentario muy literario.Gracias. Otro abrazo, Gloria.
Antonia, muy real tu relato. Conoci un acomodador que en su casa no encendia las luces, y usaba su linterna para moverse por ella. Suerte y saludos
Ole, Calamanda. Que bonita historia, me la cuentas antes y la plagio. No olvidaré esa imagen, es de amor a la profesión. Abrazo y gracias.
Hay que ver, que para eso era, me has sorprendido, estaba yo buscando por donde ibas a salir y resulta que lo que tenía la linterna era un acomodador de mascota. Si es que el amor no tiene edad. Un relato mu majo y con mucho encanto, y con un punto de vista diferente. Gran trabajo.
(No te has pasao a verme)
Besísimos.
Gracias Barlon,. Te miro de tapadillo, ya sabes, pero te comentaré en breve. Abracetes.
Qué bonitas palabras. Me gusta mucho que te guste. Otro abrazote,Ana.
Mucho sentimiento has vertido en esta historia, admirable la exposición. Quizás tan delicada atención entre ellos ilumine más que los cines, también su vida.
Saludos
Rosa
Suerte!
Muy romántico y bonito tu comentario. Muchas gracias, Rosa. Suerte es que me leáis y os guste. Un abrazo.