9. ABRIL 14, CUBIERTA 1 (Marcos Santander)
Después de bailar en brazos de aquel, a todas luces, caballero de porte exquisito y aroma Givenchy con ligeras gotas de extracto de caballo semental, andaluz y pura sangre, volvieron a su mesa en el salón de la gran araña veneciana de fino cristal muranés. Presentía que había vuelto a encontrar a un hombre que sabría transportarla a donde solo una mujer sabe que puede ser transportada. Ese territorio ancestral, femenino y atávico, donde todo es terremoto 9 Richter, y los sentidos se desploman, alejándose de lo material hasta un punto en el que es difícil pensar que la vuelta al mundo terrenal sea posible. Ese campo de ingravidez puntual en el que el tiempo podría acabar siendo un asesino, a nada que se demorase. Apuraron sus dos últimas copas de champagne y, tras un enésimo beso de labios como lenguas relajadas y embrutecidas, se dejaron portar por el tiempo hasta aquella bella habitación de la cubierta superior. Siguieron amándose como si se acabara el mundo, como si fuera la ultima vez que fueran a hacerlo, con fruición, ángel e inusitado desempeño. Ella bien lo sabia. ¿Qué importaban el mundo, la fecha y el lugar?
Sin embargo, en esta ocasión el lugar al que le ha transportado esa pasión desenfrenada no tiene retorno. Los amantes murieron felices al ignorar lo que sucedía fuera de sus cuerpos.
Es que no fue como la última vez, sino la definitiva. Salud.
Otra historia de amor que no naufragará pase lo que pase. Me gusta la pasión que desprenden tus letras.
Muchas gracias, Lorenzo, con todo lo que está cayendo en este mundo, pongamos pasión, al menos. Salud
¡Qué apasionado!
Me gusta esa desterritorialización y ese out of time, ¡apetece probarlo!
Es fácil, dos pasajes en un buen paquebote por la ruta Atlántico Norte, u a esperar. Con esto del cambio climático hay mucho iceberg suelto. Y maromos exquisitos, ni te cuento. Salud, que hace falta.
Precioso, con cuerpo y burbujas, como el champán.
Gracias Carmen, por sumarte a la fiesta!
Saludos.
Me gusta la idea del relato, pero se me hace un poco pesado, Marcos. Para mi gusto, le sacaría unos cuantos adjetivos. Pero para mi gusto, ¿eh?. Saludos.
Gracias, José Ignacio, por tu comentario. Es verdad que tiendo a la adjetivación excesiva. En algún lugar leí que un micro no es el formato ideal para ello, pero ni soy un buen escritor de micros, ni puedo gustar a todo el mundo. Seguiremos intentando ambas cosas. Saludos.
Me encantado cómo describes el territorio ancestral.
Gracias, Javier, un placer que te asomes.
Marcos, nos has contado una bonita historia con minuciosos detalles, y buena dosis de romanticisamo. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda, por tu comentario y tu tiempo. Saludos.
Cuando la lectura fluye sin paradas ni frenazos para analizar lo oído, para contrastar el adjetivo que te resuena como falso, cuando las imágenes e ideas van discurriendo sin tiempo de estudiar lo analizable , en ese momento final reflexionas y compruebas que ese escrito está conseguido. Y la cabeza agradece al autor ese empeño de transmitir sentimientos y esperas que a la siguiente vez, aquí o donde sea, te dé otros momentos para seguir agradeciendo instantes. Pues eso: gracias maestro.
Qué te voy a decir, «un tal miguel», lo has expresado todo tú. Yo lo único que puedo hacer es agradecer tus palabras y enviarte un abrazo. Salud.
Y es curioso porque ojalá fuéramos capaces de vivir como apurando una copa de un buen vino, al igual que tus protagonistas. Pero sin que se acabe, eh?
Gracias, Isabel, por asomarte. Completamente de acuerdo contigo, como le comentaba a Ana. Abrazo.
Muy bien escrito, ágil y llevándonos a ese final un poco abierto, a mi me ha llevado a pensar que ella sí sabía que era su última noche y su último amante.
Me ha gustado mucho cómo te metes en lo que «una mujer sabe que puede esperar».
En suma que me ha gustado mucho.
Abrazos
Gracias, Ana, siempre son esperadas y leídas con placer tus palabras. ¡Con situaciones extremas aumentan las sensaciones corporales! ¡Qué pasada! Quiero estar en peligro de muerte a cada instante; por si acaso, mas que nada. Salud, siempre salud.
Asunción, una mujer sabe mucho mucho mas que un hombre en cualquier situación, pero las mas de las veces no necesita decirlo. Y, en concreto, en el sexo, qué nos vamos a contar que no sepamos, y algunos hasta intuyamos. Gracias por venir al enrejado a charlar.
Marcos, la curiosidad me corroe: ¿en qué vida fuiste mujer y fijaste en tu memoria los resortes que nos mueven? A tu prota le da lo mismo que el mundo se hunda, mientras ella «flota». Me has divertido un montón…¡¡con el relato!!
En esta, Reve, en esta vida también he sido mujer y gai, y hombre, siempre a ratos y consecutivamente. Te voy a contar un secreto, los hombres en realidad son como tú dices, con esos resortes que mueven, pero nos enseñañ a no mostrarlo para que parezcamos distintos. A veces, se nos abre una espira y sale nuestra verdadera naturaleza. Me alegra que hayas disfrutado con mi micro. . . Relato.
Quiero decir espita, y no espira.
Buen día Marcos,
Elaboraste una obra que tiene muchos tintes de prosa poética pero que al final termina contando una historia, una de esas que muestran algo muy real: nos despegamos de la realidad mientras intentamos lograr ciertas cosas y, a veces, ni siquiera nos percatamos de la catastrofe hasta que es muy tarde.
Saludos.
Gracias, Óscar, por asomarte a mi espacio. Así es, como tú dices, pero, por un instante de pasión bien vale incluso un hundimiento como el Titanic. Salud, compañero.