79. El último beso
No puedo precisar en qué momento regresó mi alma, pues todo me parece un sueño: la habitación en completa penumbra, el ruido del mar estrellándose contra la quilla, el silencio de las estrellas, nuestros cuerpos entrelazados durante el incendio agonizante de nuestros sentidos. Perdidos entre el espacio y el tiempo fuimos lanzados hacia la ventanilla del camarote. Un movimiento repentino del timón a estribor nos arrojó del paraíso con brutalidad. Luego, un golpe seco nos estrechó nuevamente. Nos miramos con ojos llenos de miedo. Asustados tratamos de salir, mientras el ruido de los motores se ahogaba en la lejanía, dejando solamente el sonido de la música. Después de un breve silencio, un frenesí intenso de gritos atiborró el ambiente. No pudimos abrir la puerta. Fue imposible. A pesar de los golpes demenciales y las suplicas desaforadas. El barco empezó a inclinarse mientras decenas de pequeñas embarcaciones se alejaban como luciérnagas asustadas. Vimos como cuerpos pálidos y congelados se hundían junto con nosotros. Pareciese que ellos trataban de entrar al calor de nuestra habitación cerrada. Llegamos al fondo sin miedo, ahí en la oscuridad del camarote 115 del Titanic nos ahogamos con el último beso.
Héctor, menuda historia, me ha puesto los pelos de punta. Dura experiencia la de la pareja, aunque por lo menos murieron besandose. Un relato precioso contado magistralmente.
Un abrazo
Lenguaje poético para una escena muy complicada. Yo no se si por mucho que se esté con la persona amada se podrá asumir tan dulcemente un ahogo, así con un beso.
Pero tal como lo cuentas todo parece posible.
Un abrazo.
Héctor, le aportas ese romanticismo que hace lo improbable posible. Suerte y saludos
Sí la orquesta siguió tocando hasta el final… porqué la pareja protagonista de tu historia no pudo seguir a lo suyo cuando la muerte era el único futuro?
A mí me parece una gran decisión (cosas de ser un romántico), palmar enlazado a la persona amada.
Y además, intuyo que eso ayudaba a curar el frio…
Bello y poético relato el que te has marcado.
Solo mi mejor amigo podría escribirlo…
Sigo en mis trece : de aquí se puede sacar una novela con los mismos personajes, vistos, eso sí, desde diferentes ángulos.
Éste magnifico relato me lo confirma.
Muy angustioso, pero también muy bonito. Me ha gustado mucho, Héctor.
Un saludo.
Dura y poética historia al mismo tiempo. Buen lenguaje el que has empleado.
Suerte.
Coincido con todos, la imagen de dolor, miedo y muerte tiene otra impronta en tus palabras, poesía romántica muy bien empleada.
Un abrazo y suerte.
Angustia suavizada por ese aire romántico y poético de tus palabras.
Un abrazo Hector
Vale que la historia no es nueva: dolor, angustia, muerte…pero que bien la has contado Héctor.
«No puedo precisar en qué momento regresó mi alma…» Parece que regresó a tiempo para poder acompañar y dar valor a su cuerpo y despedirse ambos «sin miedo» al disfrutar intensamente la experincia de un último y bello instante de amor.