86. MAR TEÑIDO DE GRIS
Vestido con su mejor smoking, cruzó la entrada del suntuoso salón del barco temeroso de lo que iba a encontrar. Todos estaban allí sentados, esperándole, disfrutando de la cena de gala, y entre todos ellos, mirándole con reproche resplandecía Sofía.
El corazón le dio un vuelco.
— ¿Dónde te habías metido Charles? —le preguntó el señor Smith. —Sofía estaba a punto de salir en tu búsqueda.
Él no respondió, fue directamente hacia su mujer besándola con pasión en los labios, hasta que ambos sintieron que les faltaba la respiración.
Durante la velada, algunos invitados mencionaron que no se escuchaban los motores, también que el barco parecía no moverse.
Más tarde, bajo las lámparas de cristal, bailaron al son de la música muy pegados, para terminar en la puerta del camarote 115.
Tras la batalla de caricias, Sofía apoyó la cabeza sobre su pecho y susurró que estaba embarazada. Charles lloró lágrimas amargas.
Miles de metros por encima del Titanic, en pie sobre una lancha que permanecía estática sobre las olas, un empleado contratado para tal fin, sostenían entre sus manos una Urna vacía.
No había familiares, Charles, incapaz de superar la muerte de Sofía en el hundimiento, nunca volvió a casarse.
José Ángel, toda esa pasion quedó encerrada en esa urna con ella. Suerte y saludos
Muchas gracias por comentar Calamanda.
Un saludo
Vaya un gustito amargo que nos dejas, José Ángel. Si hasta te da tiempo a que se anude la garganta. Dramas estamos leyendo muchos, pero este nos entra sin darnos cuenta.
Por no callar, por decir algo más, yo quitaría la última frase. El que se case o no le quita fuerza a todo lo demás. Te pido disculpas.
Un abrazo.
Luis, me alegro de que te guste el relato. Quizás tengas razón.
Ya me han comentado lo mismo en otros relatos.
Un saludo y gracias por comentar
Ana, gracias por dejarme tu comentario.
Saludos
Me parece una historia pasada y presente superpuestas. Charles recordando y poniendo su emoción actual al recuerdo. Ese «temeroso por lo que iba a encontrar» y «el llorar lágrimas amargas».
No me extraña que no lo superara jamás.
Isabel, has dado en la Diana, de eso mismo se trata.
El espíritu de Charles regresa al Titanic la noche de la traje día y el llora lágrimas amargas porque sabe que ese niño, su hijo, no tendrá la oportunidad de nacer.
Gracias por tu comentario