95. Cada uno en su lugar
A eso de las dos de la mañana, se hunde en el Ártico la criada de segunda Mary Stewart, que ha caído por la borda empujada por Lord Worcester en su afán por salvarse. Entonces, varias familias de atunes, nada pretenciosos parroquianos de las aguas superficiales, se arremolinan a su alrededor para dar cuenta del menú de tercera clase que se les obsequia cual catering en el estómago de la muchacha: pan sueco, patatas asadas, plumcake, pudding. Puede consumirse de todo con largueza, pues pronto cesan los gritos de auxilio y el molesto pataleo.
Media hora después, como corresponde a la alcurnia y la etiqueta, llega Lord Worcester, directo a las profundidades abisales. Veamos la carta: Hors d’oeuvre, filet Mignon, pathé, asparagus. Esto es otra cosa. Un selectísimo grupo de terribles criaturas, medio ciegas, transparentes, da buena cuenta del inesperado festín sin que les incomode en absoluto toda la farfolla de oro, organdí, y perfumes con que llega adornado tan aristócrata recipiente.
Saciados todos, nadie prestará atención a la legendaria orquesta, ni siquiera al prudente capitán Smith que, pese a sus años de carrera, llegará el último. Nada se perderán los peces porque el oficial, desganado, apenas había probado bocado.
Original visión, Ignacio,nunca habíamos pensado en el festín que se dieron algunas criaturas marinas aquella noche.
Una buena forma de demostrar que todos somos iguales ante la muerte, aunque en este caso los peces se beneficien de una variación en el menú según la categoría social del cadáver. Me han gustado la originalidad del enfoque y la ironía que desprende el estilo con que lo has escrito, que en este caso concreto se ve reforzado por los adjetivos antepuestos, o al menos a mí me lo parece. Solo como sugerencia, quizá se podría quitar ese «desganado» del final. Besos y suerte.
Estos náufragos a la carta sí que han sido un soplo de aire fresco (decir una oleada ya sería ser muy irónica, jaja), no sólo por el originalísimo punto de vista que le imprimen a esta tragedia ya conocida por todos, sino porque, justamente, la sacan de cliché. La verdad, IGNACIO, me encantó.
Cariños,
Mariángeles
Curiosa manera de abordar el tema del mes. Y tu visión de que aunque la muerte no hace ascos a nadie, hasta ahí hay clases, en este caso gastronómicas. Muy original Ignacio.
¿Es necesario que unos mueran para que otros vivan? Pregunto.
Felicidades, Ignacio. Buen enfoque.
Me encanta. Tiene un humor negro muy original y elegante. ¡Enhorabuena!
Originalísima exhibición de humor negro como el abismo.
Me recuerda el famoso chiste:
«La batalla fue tan cruenta, que los buitres sólo comieron de comandante para arriba»
Pues a mi me parece un texto genial, original, con sentido, surrealista pero creíble de lo bien contado que está. Por mi enhorabuena le has sacado mucho partido Ignacio.
Abrazos y suerte
Estupendo sentido del humor con el que ideas tu relato.
Bravo! No era fácil.
Enhorabuena, Ignacio. Inteligente relato gastronómico-social.