113. Misandria (Patricia Mejias Jimenez)
—“Esa mujer es de mal agüero” —. Y una vez más, el temor supersticioso de los marinos le impidió encontrar pasaje, para ambos, en un barco con destino a New York.
Varados quedaron, sir William y su princesa egipcia en una fonda del puerto de Southampton. Bien se lo advirtieron: “¡deshazte de ella!” La última de sus víctimas, un prominente ex-empresario, terminó vendiendo fósforos en las calles, y varios otros se suicidaron. Pero él haría un nuevo intento por llevársela consigo.
Vendió la joyería de la princesa a un museo. Con el dinero, sobornó a un contramaestre. Obtuvo pasaje en un barco con fama de insumergible. El 10 de abril abordaron el Titanic. Ella cubierta de seda y con un velillo echado sobre las vendas del rostro. Él, arrastrándola por accesos incognitos de la nave. Camarote 115. Justo bajo el puente de mando. Arriba, las órdenes de un errático capitán, y unas millas más adelante un iceberg. El Titanic, herido de muerte, se sacudía de los pasajeros en el agua.
«Un último esfuerzo». Sir William consiguió subirla a un bote salvavidas. Y mientras él se hundía en la profundidad, la momia maldita de Amen-Ra se alejaba junto a sus nuevos acompañantes.
!Qhhhhh! que lo dice todo.
Buena y peculiar historia, con un tinte diferente.
Me gustó.
Un abrazo y suerte.
Uff, da un poco de yu yu. Pensar en ese amor imposible, da miedo y hace pensar en el precario estado del pobre sir William.
Ni con el «sobre las vendas del rostro» me he imaginado que era una momia!
Pero es que no tenía ni idea de que la princesa momificada viajaba también el el barco.
Ha merecido la pena que rescatases su recuerdo, Patricia.
Una bonita historia. Es que ella sólo quería descansar en paz.
Patricia, original enfoque de la incomprernsion social y del amor. Suerte y saludos