90. Navidades blancas
En la mesa vestida de fiesta, reposan las servilletas con iniciales, los tridentes de plata, cucharas y cuchillos, la cristalería fina y las guirnaldas. Testigos fieles de tantas comidas en familia. Ha pensado en los gustos de todos. Para su marido la carne poco hecha, casi sangrante. Las verduras al vapor de su hija. Al mayor, delicado del estómago, un arroz perfumado con hoja de laurel. Y los niños comerán como pajarillos porque no dejarán de jugar. Muy entrada la noche, tras una yerma espera, se duerme encima del mantel almidonado. Algún reloj de carillón en el caserón vacío exhala doce campanadas. En la vecindad se desbrava un mar de alegrías que, frente a su casa, pasan de largo. El teléfono, al igual que los últimos años, seguirá mudo.
Una navidad demasiado blanca
No ssé si es por dejadez de hijos y nietos o por su memoria.
Si es por lo segundo no concuerda con los preparativos y el menú ya que ha tenido en cuenta los gustos de todos.
Por lo primero no tienen perdón los esperados invitados.
Al menos que sólo existan en su mente.
Besos. Feliz Navidad.
¡oh, pobre mujer! No tiene más compañía que su vana esperanza. Triste y bonito relato a un tiempo.
Saludos y Felices Fiestas.
Yo diría… inefable.
Ufff, demoledor.
Mei, ante este silencio pueden desfilar múltiples situaciones. Ahí queda esperando nuestras respuestas. Suerte y felices fiestas
Puaaajjj… ¡Vaya golpe en la boca del estómago! Un toque imaginativo y sensible (dulzón casi, lleno de olores y de tacto) para una verdad final que se hace realidad en tantas y tantas casas. Lo mejor, cómo llegas hasta la frase final.
Ya que no para tu personaje, felices fiestas para ti.
Me he quedado congelada, como la vida de quien prepara la mesa para los ausentes.
Felices Fiestas.
Besos.
Mei, que tristeza tiene que tener en su corazón la protagonista. tanto preparar especial para cada uno y no acudir… Que triste. tu relato sensible y tierno.
Un beso
Buen relato de una mujer deshabitada.
Abrazos y felicidades.
Hola, MEI. No he comentado antes tu cuento porque me ha faltado el valor para hacerlo; es que es tremendamente triste.
Brutal el contraste entre la dedicación materna y la ausencia filial (con la salvedad de3 que la ausencia del marido yo la atribuiría a la muerte, o quizás a un divorcio, más que a un desprecio hacia la mujer). Más arriba alguien dice que puede que todo esté en la mente del personaje; pero esa lectura es menos factible y terrible que la otra (el desprecio y ausencia filial), que es la que yo hice.
Cariños,
Mariángeles
Le has sacado una radiografía a la soledad de estas fiestas difícil de superar. A mí me has llevado engañado y cuando me has dejado en la ventana para que mirara dentro se me ha caído el alma al suelo. Muy bueno. Mucha suerte 🙂
Buen relato Mei, el detalle de las servilletas marcadas e juego de cubertería gloria de otros tiempo que ya han pasado y ahora queda la soledad más amplia.Abrazos y suerte
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Feliz 2015!