22. DESEOS HUMANOS
La señora Victorina venía a veces a casa, a meter los pies en el horno de la cocina económica. Ay, qué larga es esta vida, decía al cabo de un rato de conversación, y suspiraba. Victorina tenía varios hijos e hijas y un brasero en la mesa camilla, e incluso tenía televisión, ya de aquella. Pero no era feliz. Ay, qué larga es esta vida, repetía. Ella quería ser igual para todos, y repartir así la herencia, pero su hija Rosario, la que la cuidaba no estaba de acuerdo ni un poquito. Un nicho, quiero un nicho que esté alto, no quiero estar en la tierra húmeda, reclamaba Victorina. Y Rosario, para hacerla rabiar le decía que cuando firmara lo tendría, que mientras nada. Qué larga es esta vida, ay, Dios. Así fueron pasando los inviernos. A veces me invitaba a su casa, a ver “Cesta y puntos” o “Bonanza”, al calor del brasero. Un año, por noviembre, llegó por fin la parca y se llevó a Rosario. Tristes bromas las que gasta el destino. Ay, qué larga es esta vida, siguió diciendo Victorina aún unos años, mientras un nicho soleado la esperaba.
Que recuerdos Antonio, de esos braseros de mi juventud, que bien lo has contado, esa pasión por la muerte, en los pueblos. Las cabrillas de los muslos y ese tufillo de las brasas y de la ropa recalentada. Ese remover con la campana de alambre al grito de «Ave María purísima».
Un abrazo
Me gustó mucho tu relato, Antonio. Muy bien logrado el color local y las costumbres de los pueblos pequeños. Los personajes femeninos unidos por ese amor-odio en relación a una herencia están creíbles. El desenlace a favor de Victorina, más que merecido; los versos de la Sta están integrados con fluidez al relato.
Suerte!
Saludos.
Antonio, está bien eso de elegir dónde caerse muerto y lo cruel que es el destino. Que tengas mucha suerte.
Gracias a todos por vuestros comentarios. Por desgracia ahora se vuelve a los braseros, con los resultados que aparecen a veces en la prensa. Pero no es moda, sino necesidad.
ANTONIO, tu relato cuenta mucho mas de lo que dice. Describes estupendamente una epoca y sus costumbres. suerte y saludos
Como dice Calamanda nos has llevado de muy buena mano no solo a una época, sino a unas maneras de pensar que como va el mundo de disparado pronto habrá que verlas en museos o en relatos tan buenos como este. Mucha suerte 🙂
Antonio, bonitas pinceladas costumbristas, a mí me nombras a «Bonanza» y ya no puedo quitarme la banda sonora de la cabeza en todo el día, jajaja. Abrazos y mucha suerte.
Buen relato de anhelos, de la muerte y de las sorpresas que da la vida.
Abrazos
Muy buen relato en el que unes las viejas costumbres y formas de pensar con las trampas que de vez en cuando traza el destino para imponer justicia. Enhorabuena. Un abrazo. Gloria
Me has hecho sentir en una mesa de camilla, sentado viendo Bonanaza, un nostálgico relato y con una trasfondo de rapiña familiar muy duro y tremendista. abrazos y suerte Toribios
Hay quien parece no aspirar más que a ser enterrado en un nicho lejos de la tierra, para evitar la humedad, mientras a su alrededor crece la inquietud y el interés entre los hipotéticos beneficiarios de sus ahorros. Deseos humanos todos que terminarán por cumplirse, o no, eso sólo lo dirá el tiempo.
Encantado de haberte conocido en tierras cántabras, Antonio.
Un abrazo y suerte