MAY153. DIAGNÓSTICOS, OPINIONES Y SENTENCIAS, de Nacho Muriel Martínez
Las versiones científicas pasaban por la amnesia, la depresión post parto –aunque el menor de los infantes ya tuviera nueve años- o tortícolis, por aquella persistencia en mirar hacia otro lado.
Como el otro lado era siempre el derecho, los politólogos de cámara y los tiralevitas reales, comentaban con arrobo sobre la firmeza propia de su linaje. Los amantes, poetastros de casinos, en confesiones a sus círculos más íntimos, abundaban en palabras que rimaban con hez, tales como rigidez, frigidez e incluso, el más miope de ellos, versaba sobre la delgadez, obviando el talle vacuno del que la compartida musa empezaba a dar muestras.
Por si todos aquellos posibles síntomas, constantes actitudes, imaginadas virtudes o imposibles defectos fueran ciertos, el estado puso a su disposición todos sus aparatos. Desde los jueces a los hechiceros, desde el ejército a la televisión, incluso desempolvaron el Circo Royal, con su remendada carpa y sus disecados elefantes mutilados.
Sólo la plebe sentenció, con sabiduría de dolor añejo, que lo qué le pasa a la Princesa, era eso, que era una Princesa. Y el que tenía trabajo siguió en sus quehaceres y el resto siguió rezando para que saliera el sol.
Grande señor Muriel
Certero y bien contado. Me encanta lo del Circo Royal, genial. Suerte.
Gracias señor Torres. Usted si que es grande.
Pata, no sé por qué ne da, pero tu gata «pelona» acabó en ese circo.
Elaborado, irónico y sobre todo, interesante. Buen relato con sus rimas en ez, esa parte es muy buena como descripción. El título se me hace un poco largo, esto va en gustos.
Un abrazo.
Gracias Susana por tus comentarios. Dale recuerdos a la tierruca de mi parte.