53. No sé quién soy
Aquellos días, ¡odiaba tanto a Ana! Fui feliz cuando Víctor la asesinó. Primero cambiando su aspecto, después el envenenamiento lento con hormonas y en la operación, la remató.
— Lo había conseguido— grité al mundo en mi ingenuidad, pero al poco tiempo me di cuenta del gran error cometido. Al mirarse ante el espejo, Víctor añoraba lo que ya no tenía y le asqueaba el atributo recién implantado. ¡Ay, qué larga es esta vida!, si después de vivir tanto tiempo atrapado en un cuerpo, tampoco el nuevo satisface. Para más complicación, aquel apéndice maldito comenzó a rechazarlo.
No puedo más, madre, debo poner fin a este sufrimiento. Cuando leas esta nota, perdónanos a los dos.
Esther, qué situacion para un guion de cine tipo Almodovar. Original planteamiento. Saludos y suerte
Cómo me ha gustado lo del guión de Almodóvar, ja, ja. Sería estupendo. Gracias
Complicado este tema de estar en contradicción entre lo que eres y lo que por fuera pareces. Coincido en que esos giros que les has dado a tu relato están en perfecta sintonía con lo que podría ser una película de Almodóvar, aunque no hay duda de que le has imprimido tu propio sello. Mucha suerte 🙂
Ayyy, qué terrible. Terrible. Super bien logrado. Suerte!
Gracias. Me resultó muy difícil explicar realmente lo que quería decir. Si algo he conseguido, ¡ estupendo!
Esther, original, divertido, triste; lo tiene todo. La ambigüedad con su cuerpo, sin duda, una cárcel terrorífica. Abrazos y mucha suerte.
Buenas, Esther, compi de final copera. A un día de acabar el plazo me he encontrado con este estupendo relato que demuestra lo merecido que son tus éxitos. Suerte en todas tus andaduras y abrazos.