MAY129. LA INFECCIÓN REAL, de Luisa Pérez
-La princesa tiene una pequeña infección en el lagrimal, lo que le provoca esa irritación ocular. Yo mismo vendré la próxima semana a palacio para practicarle un sencillo drenaje que eliminará esa infección y por tanto ese continuo lagrimeo.
La pequeña princesa no entendía muy bien las palabras del doctor, y con esa pesadumbre convivió los siguientes días.
Llegó el momento de la sencilla intervención y en menos de lo canta un gallo la princesa fue curada, ¡albricias!. Todos celebraron la pronta y eficiente solución, así que tranquilos se quedaron y volvieron a sus rutinas palaciegas. Hasta que al día siguiente la pequeña princesa comenzó a llorar involuntariamente. De sus nobles ojos brotaban lagrimitas como gemas de corte diamante.
La reina no daba crédito, su enojo era tal que quería expulsar al doctor de la corte. Justo había dado orden de recibirlo, cuando apareció el rey, quien, cansado, regresaba de una dura y larga batalla en el norte de sus fronteras.
La pequeña princesa salió corriendo a su encuentro, y ya en brazos de su padre, sus lágrimas se secaron para siempre.
-Papá, no me gusta que te vayas tantos meses… No me gustan las guerras.
Luisa, un final sentimental para una princesa triste. Suerte y saludos.
Gracias, la verdad es que da pena ver a tantas pequeñas princesas tristes a nuestro alrededor.
Gracias Ana. Esto es como siempre, lo lees una y cincuenta veces, lo mandas, y ahora cambiaría varias frases.. Cosas de principiantes.