66. El dedaleo
Estoy cansado de vagar por estos pasillos que no llevan a ningún sitio. Los he recorrido una y otra vez. ¡Maldito sea quien ordenó construirlos! ¡Maldito sea quien los construyó! Encerrarme aquí fue un castigo atroz. No soy culpable de nada. Sólo de haber nacido. Otros son los culpables: mi madre, que yació con un toro; mi padrastro, que ambicionaba gobernar Creta; Poseidón, que me condenó a comer carne humana. No merezco un castigo tan cruel. Este castigo. Estoy harto de recorrer estos pasillos. Hace mucho tiempo que no veo la luz del sol. Busco la salida, que debe estar por algún lado. He interrogado a otros prisioneros. Algunos estaban tan asustados que no supieron decirme nada. Otros se encontraban tan perdidos como yo. Uno me dijo que podría hallar la salida si seguía siempre los pasillos de la derecha. ¿Por qué no los de la izquierda?, le pregunté antes de arrancarle la cabeza. En cualquier caso, no he conseguido llegar a ningún sitio. Esta maldita construcción parece infinita. Sólo esperar la salida me hace seguir viviendo. Cualquier salida.
Laberinto y Minotauro forman un todo inseparable y tu lo has reflejado muy bien en tu relato. También la desesperación que empuja al personaje. Mucha suerte 🙂
Plácido, al final se cumplirá su «Teseo», jajaja. Dejando la broma a un lado, el relato me ha parecido muy bueno, no elegimos qué somos pero sí qué seremos. El protagonista asume su castigo y su destino en ese laberinto de soledad. Abrazos y mucha suerte.
Ala otro relatazo con tintes borgianos. Has escogido uno de mis temas preferidos, de los de mitología lo es sin dudarlo, y me recuerda sin remedio a ‘La casa de Asterión’.