MAY94. EL PASEO DE ANA, de Antonio Diego Araujo Gutiérrez
De pie, en una pose algo forzada, Ana espera a que la princesa termine de dar su paseo por el jardín. No sabe por qué le ha venido a la memoria aquella canción de Sabina, que tararea sin abrir los labios…cuando eras mi princesa de la boca de fresa… mientras sus pies juegan sin permiso con el bordillo del bulevar, subiendo y bajando de él con parsimonia, como si sopesara el peso de su vida. Pantalones vaqueros ajustados, cazadora a juego, algo ceñida, la blusa abierta a dos botones, quizá demasiado maquillaje, demasiada compostura para dar un paseo con su perrita en un atardecer algo tibio, que ni frío ni calor, piensa, mientras esconde el rostro con un gesto de rubor tras la melena a media altura. Se pregunta si es la tarde al marcharse o la noche al llegar quien agita la fronda de los álamos. Levanta la mirada, y sus ojos se pierden en la distancia como si buscaran a alguien, alguien que viniera de la noche y pronunciara por ella esas palabras…
volvamos a casa, princesa.
Antonio, buena fluidez y ambientación. Algo de soledad, o necesidad de acción quizá necesita Ana. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda. Aunque me hubiese gustado recordar ese mundo imaginario de princesas rescatadas de sus torreones tras vencer al malo de turno, a los dragones y demás, al final me salió un relato de soledad urbana… qué le vamos a hacer. Un abrazo.
Si parece que tu princesa necesita a alguien que llene su vacío y que alivie su soledad. Gloria Arcos
…sin duda necesita a alguien…y me temo que más que el comer. Gracias por tu comentario, Gloria. Un abrazo.
Coincido con Gloria, me parece un cuento sobre la soledad que, suguro que mitiga pero no llena del todo nuestra princesa.
Un abrazo Antonio.
Eso es en esencia, Juancho… un cuento sobre la soledad. Gracias por tu comentario, amigo. Un abrazo.
Ana, gracias enormes. Te agradezco mucho que hayas compartido tus impresiones de una forma tan detallada y precisa, y por supuesto, que hayas dejado aquí la letra del maestro Sabina…un lujo. El fragmento que uso en el relato es de una canción que habla de una «princesa» venida a menos, y aunque esa princesa en la voz de Sabina se va perdiendo en el mundo de las drogas, quise utilizar ese fragmento porque encajaba bien en esa sensación de soledad y nostalgia ante el paso del tiempo que pretendía transmitir. Me alegra mucho que hayas mencionado el fragmento de la tarde y la noche, es una figura poética que quise utilizar para simbolizar la madurez que acepta el inicio del declive, cuando el tiempo viene a por uno y le abre las puertas sin ofrecer resistencia.
Lo dicho, un gustazo leer tu comentario, Ana. Un abrazo.
Un buen relato sobre la soledad y el desamor aderezado con esas gotas de lirismo con el que siempre impregnas tus textos. Muy logrado. Suerte con él.
Un abrazo,
Muchas gracias, Esperanza. Un placer recibir tan amable comentario de alguien que escribe tan bien como tú lo haces.
Un abrazo.