MAY80. MIRADA TARDÍA, de Carmen Calafat Peñas
Cuando mi cara cultivaba acné juvenil y ella empezaba a pintar canas con pasión, se empeñaba en contarme el final de las películas del día anterior. Yo me enfadaba; mis hormonas tenían asuntos más interesantes que discutir y mi encefalograma plano no distinguía lo esencial de lo intrascendente.
Hoy, hace diez años que mi madre dejó su trabajo a jornada completa de Cuentacuentos y yo daría cualquier cosa por oír de sus labios como me llamaba “princesa” y repasar con ella el final de una película más; cualquiera, excepto la del mal bicho que se instaló en su hígado y, en cosa de un mes, se la llevó.-
Que bonito es el relato aunque muy triste. ¡Enhorabuena! Suerte.
Luis.
PERFECCIÓN ABSOLUTA.
Uf, Carmen, qué triste. Lo que cuentas nos ha pasado a todos, pero no hay marcha atrás. Así que lo mejor es ser buena persona siempre, que es lo que más satisfacciones da, aunque siempre nos parecerá que, de un modo u otro, hicimos poco por el ser querido que se fue.
En el relato, lo del encefalograma plano, bueno, no me parece que sea así. Me despistó lo de a jornada completa, pero luego me di cuenta que era una madre, ama de casa y con mucha imaginación, entregada totalmente a su familia
Un abrazo.
Sencilla pero potente esa reflexión sobre las cosas verdaderamente importantes que a veces la juventud no sabe valorar.
Un saludo.
Muchas gracias por los comentarios. Da gusto estar en un foro así.
Es cierto que es ley de vida y que a veces lamentamos no haber compartido más cosas con seres amados.
Un abrazo.
Carmen
Muy bueno y bien escrito .
Abrazos María Rojas
Muchas gracias Maria por lleerlo y por opinar. Un abrazo
Carmen calafat