En su memoria.
Serán difíciles de olvidar las enormes muestras de cariño y respeto que demostraste ante tu madre en sus últimos momentos. Y como creo que a él no le importará que ella sea la protagonista de un final inesperado, esta es mi pequeña aportación de cariño y profunda admiración a Rufina, como mujer y madre, y a ti, como hombre e hijo.
***
Deslumbrada por su propia luz abandona la vejez y el dolor. Es agradable volver a sentirse joven. Notar cómo se le oscurece el pelo, mientras sus ojos vuelven a adquirir la tonalidad de la hierba. La ligereza de lo que ahora simboliza se posa sobre uno de los cañones que custodian la ciudad, y piensa en su propia lucha. En la guerra que en ocasiones representó su vida; en lo liberadora que fue para ella la muerte: un instante para reconocerse en una enfermedad de olvido.
Cuando está a punto de fundirse entre las aguas de la bahía, algo llama su atención. Es una sensación que hace que las finas partículas de su esencia se depositen junto a un nicho: el 3192. Allí un hombre inclina ligeramente la cabeza. Está triste. Parece no sentir que algo le acaricia, tan solo cierra los ojos para bucear en su memoria… Todos los momentos en los que le hubiera gustado ser reconocido por ella, y esa impotencia ante su dolor y desaliento, ya han pasado a un segundo plano. Su mente solo retiene una imagen: la paz de su sonrisa aquella última tarde.
Hermoso homenaje. Ellos estarían orgullosos Ines.
Gracias, Gloria, estoy segura de así es.
Un abrazo.
Precioso homenaje
Muchas gracias, Blanca, hay vidas que se lo merecen.
Un beso.
Muy bonito Inés , y esas palabras de se lo merecen preciosas,estoy muy de acuerdo,gracias un beso enorme .
Yo también creo que se lo merecen. Ha sido un placer escribir sobre ellos.
Un besazo, y muchas gracias por comentar.
Estremecedor. Todo lo que leo sobre esta terrible enfermedad me deja un dolor profundo.
Tu homenaje un acierto.
Es cierto que es una enfermedad terrible, y aunque suene triste y duro, la muerte es una autentica liberación.
Un abrazo.