38. Batería de montaña
Nadie se tomó la molestia de informar al comandante Malfatti del cese de hostilidades. Su batería de montaña continuó bombardeando monótonamente las líneas enemigas. Durante un tiempo, las andanadas de artillería siguieron levantando inofensivas nubes de roca y nieve. No sabía Malfatti que el tratado de paz había establecido que aquellos picos nevados que bombardeaba pertenecían ahora a su país.
Cuando los cañones se quedaron sin munición que los alimentara, el comandante Malfatti ordenó entregar fusiles a los artilleros. Tenían que prepararse para rechazar el inevitable ataque enemigo.
Todavía esperan.
Plácido, nos presentas a este militar de forma ocurrente, su despiste es mayusculo. Suerte y saludos
Hola, Plácido.
Vaya historia, para que veamos lo importante que es la comunicación. Este es un caso extremo (muy bien llevado, por cierto), pero en situaciones más cotidianas pasa lo mismo.
Un abrazo y mucha suerte.
¡Jo! Esta historia me suena al sistema de trabajo actual (contratas, subcontratas, cadenas interminables de mandos, jefes, jefecillos, encargados, y el pobre currillo sin saber a que atenerse…) Para al final pasar lo que cuentas. Muy bien contado, por cierto.
Otra gran radiografía de la estupidez que envuelve a cualquier guerra. Has creado una situación que roza el delirio, y la has apuntalado con buena escritura. Mucha suerte 🙂
Dentro de lo cruentas que son las guerras tu final es divertido.