70. Habanera (Lola Pacheco)
En Cádiz, los cañones no mueren. Como veteranos de guerra, encontraron su retiro protegiendo las esquinas del maltrato de los carros.
Los que atormentan a Eladio flanqueaban la casa del indiano. Entregaba allí diariamente el pedido de ultramarinos, que recogía una cubana llegada con el último barco tabaquero.
Eladio se anunció:
– ¡Chicucooo…!
Una voz dulzona manó del fondo del patio:
– Chicuco, entra.
Acudió indeciso al penumbroso almacén y la encontró rulando sobre su muslo desnudo un cigarro.
– Mi mamá los liaba así…
Eladio la miraba atónito.
– ¿De dónde viniste tú, niño?
– Del norte -balbuceó.
– ¿Y qué edad tienes?
– Catorce.
– Yo, diecisiete -añadió tras meditarlo.
Después le contó que robaba cigarros al patrón para irse a Sevilla.
– Si encontrara quien me los colocase… -susurró ofreciéndole el que fumaba.
El habano jugueteó de boca en boca, y Eladio, embriagado, acabó perdido entre sus muslos, duros, negros, brillantes de sudor.
La cubana fue descubierta pronto, el chicuco llegó a regentar la tienda, y los cañones siguieron flanqueando la casa del indiano. A veces, a pleno sol, se ve a don Eladio con su puro apoyado en uno de ellos, negro, brillante, candente… Solo reanuda la marcha cuando siente el metal abrasándole la mano.
Menuda habanera que nos regalas. Ahora mismo solo soy capaz de articular aplausos, quizás más tarde comente algo, pero de momento me he queadado sin palabras.
¡¡Enhorabuena Lola!!
Besosss!!!!
Ay, Lagarto, emocionada estoy por tus aplausos, que solo me sale una reverencia. Gracias por tu cariño, compañero.
Si un lagarto acostumbrado al sol, como Juancho, se ha impresionado por el candente metal del cañon, imagínate lo que ha pasado con los que no estamos acostumbrados a tan altas temperaturas. Genial, Lola, como todo lo que escribes.
Más besossss!!!!
Me apetecía escribir algo calentito. Jeje.
«Genial» es una palabra muy grande, pero me alegro si te lo parezco a ti. Gracias por leer y por tu comentario, Rafa. Recojo tus beso y te mando unos cuantos de vuelta con un abrazo.
He conocido a los personajes a través de tu diálogo. Ni sobra ni falta nada.
Mucha suerte.
No soy yo de muchos diálogos, pero el chicuco y la cubana tenían tanto que contar…Gracia, María Jesús.
Un relato cañonazo, me ha encantado.
Gracias, Blanca.
Excelente relato, Lola. Un placer leerte. Un abrazo
Gracias por hacerlo y por comentar. Un saludo, Concha.
Me gusta que con apenas unos toques (voz dulzona, muslo desnudo, susurró, embriagado…) hayas logrado cargar de sensualidad el ambiente de esta historia, que la última frase rubrica con contundencia. Besos y suerte.
Pues me alegra mucho que te haya llegado el espíritu de la historia. No quería pasarme con la dosis…
Muchas gracias por leer y comentar, Ana.
Un saludo.
Consigues crear un ambiente muy preciso y caracterizar unos personajes con muy pocas y eficaces pinceladas. Me parece muy original el uso del tema «cañones» en el relato.
La verdad es que no pensé que el tema de los cañones pudiera dar para tanto; se han visto de todo tipo en estos meses por estos lares, y muy buenos. Los míos son el fruto de muchos paseos por Cádiz y de una mente calenturienta. 😉
Un saludo, Antonio.
La pureza la perdió el chaval allí aquel día. Como siempre Lola nos muestra la elegancia a la hora de escribir este testo. Me gusta tanto el ambiente sensual como ese tecordar de Don Eladio. Muchisma suerte, guapa.
Besísimos.
Payo, es que aquí me pongo muy fina, pero tendrías que verme con la fragoneta vendiendo malacotones.
Gracias por tus buenos deseos. Un abrazo, guapetón.
Además de que el relato es excelente, destaco que refleja tu excelente nivel de tus letras. No bajas el listón. Cuentas como los ángeles. Mucha suerte y enhorabuena. 🙂
Y muchísimas gracias a ti por leer y por tus palabras, Juan Antonio. Ese «cuentas como los ángeles» es un pedazo de piropo.
Besos.