DIC75. EL APÓSTATA, de Eduardo Iáñez
El anciano, de nariz gruesa y prominente, gesticula incansable frente otro hombre de avanzada edad y aire patriarcal, objeto al parecer de airadas palabras que soporta en silencio con una mirada entre comprensiva y recriminatoria. La firmeza del tono del
discurso ha concitado a un buen número de curiosos. Rodean instintivamente al
venerable señor de larga perilla y guedejas rizadas, y cuando el primero concluye su alegato, se vuelven hacia aquél, esperando sin duda una respuesta. Aunque nadie parece sentirlo, hace frío y una espesa capa blanca cubre el lugar.
—No quiero volver a discutir el asunto… —logra comenzar; pero el anciano se reserva aún una última andanada.
—Pero ¿es que no lo ves? —le espeta—. ¿Acaso no quieres comprender que nada tengo yo que ver —dice mientras apunta con su bastón a cada uno de ellos— con tu escuálido Oliver y tu pusilánime Pip, con tu sensato Copperfield y tu vitalista Pickwick…?
—Me veo en la obligación de repetírtelo —insiste el caballero con una franca sonrisa—: si quieres entrar al Parnaso, deberá ser junto al resto de tus hermanos.
—¡Paparruchas, Charles! —brama Scrooge volviéndole la espalda, mientras Uriah Heep no logra contener una lágrima de admiración.
¿Cómo pretende el sr. Dickens que Scrooge entre por el aro si lo ha creado cascarrabias, egoísta, avaro,huraño…? Por un momento me he sentido una espectadora más en una calle inglesa cualquiera de aquella época victoriana. Supongo que la nota discordante la pone Uriah Heep que ve en el gesto un acto admirable por rebelde ¿O me he perdido? Saludos.
Por supuesto que no, querida Ana: no solamente no te has perdido, sino que yo mismo no lo hubiera dicho mejor. Gracias por tus palabras.
Un abrazo.
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En la primera lectura me pensé que era una escena extra que no entró en A Christmas Carol. En la segunda lectura me di cuenta de ese Charles, de Oliver, Coperfield… de los personajes de Dickens que disfrutan en el Parnaso y ese rudo Scrooge que se resiste a formar parte de la metaliteratura. Microbra de arte.
Eduardo, el bueno de Scrooge tiene personalidad, ja ja. Me ha gustado mucho. Saludos.
Gracias a todos por haberos molestado en dejar vuestro comentario sobre este micro decembrino. He pretendido que sea un verdadero homenaje a ese Dickens melodramático y terriblemente humano que todos hemos disfrutado en diferentes etapas de nuestra vida… y lo que nos queda. Un tema clásica y rópicamente navideño para un clásico de dimensiones humanas y, por ello, inalcanzable. Un abrazo fuerte para todos.