19. Descubriendo América (Jesús Redondo)
A aquel fraile, natural del noble pueblo de Logrosán, se le helaron las rogativas al tiempo que un tremendo reflejo cremastérico le puso al borde de una criptorquidia.
Un inmenso plenilunio en nadir, proyectaba unas grotescas sombras bamboleantes que surgían del mar. Crujidos, como de bisagras herrumbrosas, acompañaban a aquella fantasmagórica “santa campaña”. Al freire se le antojaban criaturas infernales, como púlpitos andantes blandiendo látigos a diestra y siniestra.
No sin tropiezos, más fruto de pánico que de impericia, se llegó a alertar a sus compañeros, conminándoles a protegerse de aquellos diablos. Paralizados, se apelotonaron en el fondo de la oquedad que los aselaba.
El capitán obligado por la pérdida de una de las naves los había dejado allí, en aquella soledad pelada por vientos y tormentas de la inhóspita costa de la Patagonia, con la promesa de regresar cuanto antes a por ellos.
Al cabo de dos meses la nave de rescate solo encontró los famélicos cadáveres de sus compañeros, acurrucados en el fondo de aquel refugio.
De mañana, el guetaiarra padre Arguiñano, ofreció a sus compañeros un desayuno muy marinero. Las sabrosas y rojizas “perlas” estaban cocinadas en el cabezón de un changurro de medio metro de diámetro.
Por la mención a la Patagonia, creo que estos aventureros (conquistadores) eran de la expedición de Magallanes. Es una crónica interesante sobre las vicisitudes que pasaron estos navegantes. Hay cierta similitud con la historia del primer asentamiento español en la Hispaniola, cuando encalló la carabela Santa María y con sus restos construyeron el fuerte La Navidad. Por el lenguaje empleado se nota el dominio del idioma español, es un microrrelato en el que se mezclan muy bien la ficción y la realidad, suerte.
Saludos.
No era ninguna de esas dos hazañas. Cuando me lo contaron me dio por pensar en ese innato humano temor a lo desconocido, unido a las supersticiones. Como le digo a Angel más abajo, podrían haberse comido a aquellos enormes cangrejos y haberse salvado.
Un abrazo Beto, tenemos que revitalizar el Blog.
Un relato muy elaborado, con un trabajo de documentación más que considerable, merced al que se dibuja una América peligrosa y aventurera por descubrir, que toma el pasado como fuente de inspiración y no sólo temática, también formal en cuanto al lenguaje. Un estilo personal y lleno de calidad que dice mucho de su autor y le caracteriza, haciéndole al mismo tiempo único e inclasificable.
Un abrazo, Jesús
Este hecho me lo contaron hace años y por mucho que he buscado no he dado con la referida historia. Junto a los cadáveres se encontró un libro de abordo en el que el fallecido cronista había escrito sus desgracias hasta fallecer; no tenían nada para comer y por la noche salían del mar unos monstruos de patas gigantes que los tenían atemorizados. Coligo que se trataba de una especie de cangrejos de gran dimensiones que si hubiesen sido ellos vascos, hubieran dado buena cuenta de ellos; por eso a aquellos náufragos abandonados los he ubicado como extremeños, sin detrimento a JAMS que algo tiene que ver con Logrosán. Muchas gracias Ángel y un abrazo.
Me ha parecido un compendio de cultismos que alargan el tiempo de lectura del relato, al obligar a muchos lectores a consultar el diccionario. Admiro a los que sabéis escribir así y a los que lo leéis como si nada. Suerte.
Pues muy honrado de recibirte en mi chozo, querido maestro. Dado el tiempo en que este hecho tuvo lugar, no pude decir que al fraile se le pusieran los cojones de corbata y opté por ocultar el dicho con un «cultismo». Los cremásteres son dos músculos, uno para cada huevo, que unen nuestrostestículos al perineo. Cuando uno se acojona se contraen subiendo súbitamente el cojón hasta casi esconderlo dentro del cuerpo. Cuando uno esta felizmente relajado están sus huevos colgando por la distensión de los cremásteres. Este es un buen síntoma de estar libre de strés, como yo estoy ahora en mi situación de jubilado. saludos master.
Pues no tenía ni idea; también admiro a los que sois una enciclopedia llena de interesantes saberes.
Tras volverlo a leer,porque en la primera lectura no me he enterado de nada, no me queda claro que son exactamente esas «perlas» que se comen. Igual es que no me quiero dar por enterada.
El changurro o centollo hembra cría, en el interior de su caparazón, unas pelotillas rojas de forma esférica irregular que mezcladas con sidra tienen un sabor exquisito y que en el norte llamamos «perlas». Si pasas por Avilés entra a probarlas en «casa Lin».
Muchas gracias por leer y más aún por releer mi difícilmente comprensible relato.
Por una parte tengo que decirte que el relato me ha encantado. Me ensimisma la capacidad de escribir en registros tan complicados y manejar como si tal cosa ese tipo de léxico. Y por otra lo mucho que me ha ilustrado (y me he reído) con la explicación que le has brindado a Lorenzo Rubio. Mucha suerte 🙂
Hola, Jesús.
Felicidades por el conocimiento que tienes del léxico.
A mí me ha costado tirar de diccionario para entenderlo. Eso tiene sus pros y sus contras. Crea, al mismo tiempo, admiración y rechazo. Admiración por el autor y rechazo al tener que despegarte de las letras para ir al significado de las palabras. Quizá la virtud esté en el término medio.
Abrazos y suerte.
Oye, fantástica la explicación del tema a Loren, jajaja.
Como he sido testigo de tu método, paciente, curioso, ordenado y casi maniático, de utilizar y aprender nuevas palabras de la lengua que usamos y que vemos desaparecer, me sorprendo y me alegro de lo que consigues con esa obsesión y empeño. Y te lo reconozco: vales para representar algún que otro personaje de los cuentos de Borges, y no quedarías mal en la comparación. Casi todos son de otro mundo.
No podía quedarme sin tu comentario. Muchas gracias. No creas que ha sido fácil saber los entresijos de este blog que cuando haces alguna corrección bloquea los comentarios.
Buen viaje.