MAY09. VICEVERSA, de Raúl del Valle
Llevaba pocos días allí y aún no conocía a nadie. La primera vez que nos vimos yo entraba y ella salía, así que no pude averiguar la puerta de su habitación ni el piso en el que se encontraba. La siguiente vez se invirtieron los papeles y me quedé frente al edificio para comprobar, por las luces que se iban encendiendo a medida que ascendía, que vivía en la segunda planta.
La tercera vez coincidimos al regresar por la noche a la residencia. Yo iba un poco bebido y no se me ocurrió desconfiar ni ante su extraña sonrisa ni cuando me cogió de la mano. Me dejé conducir como un corderito e incluso me excitó que no encendiera la luz al entrar en la habitación. Sentí algo metálico cerrándose en torno a mi tobillo, imaginé perversos juegos y, a pesar de la embriaguez, la erección fue inmediata. Después salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí.
A veces me parece escuchar gritos lejanos. Otras veces la angustia me vence y soy yo quien grita. Se podría decir que es nuestra forma de comunicarnos. Me pregunto cuántos seremos. Nunca más volvió a abrirse la puerta.
Eso pasa por no hacer caso a mamá y fiarse de desconocidas. Es broma.
Me ha gustado el relato y el último párrafo me parece espeluznante.
Gracias, Paloma. A mama no hay que hacerle nunca caso.
Raúl
Raúl, muy «horror» y divertido al mismo tiempo, por tratar de vicecersa el tema común del secuestro. Felicidades.
Como gira la historia!!! me gusta especialmente el final y el título. No hay muchos de miedo este mes no? vaya con la princesita…