40. Maquillaje de noche
Tan sólo necesitaba que finalizara aquella consabida canción, que cada noche musitaba y danzaba haciendo frente a ajenos espectros trazados por las proyecciones de las luces que guarnecían el local.
En la turbia madrugada, se sentía como un nudibranquio, aprovechándose del vestuario y maquillaje para camuflarse en un mar cálido y hostil, al resguardo de numerosos depredadores que acechaban desde las butacas con sus ardientes miradas regeneradas en fauces, hostigando a su presa expuesta en el escenario. Sufría sus miradas como crueles latigazos, en el escaparate que aquel transparente vestido manifestaba de forma intencionada.
Cuando la música dejó de sonar, se inclinó tratando de no caer desde aquellos agudos tacones, desplazó ligeramente atrás la pierna izquierda, comprimida por el ajustado vestido, y saludó como una afamada artista, despidiendo a un público dominado por el fervor.
En el camerino, cuando el maquillaje abandonó su rostro, se sintió como un monstruo. Desconsoladas lágrimas caracterizaron de nuevo un semblante triste que la luna iluminó hasta llegar a su apartamento. Abrió la puerta con cautela, pero su mujer le esperaba despierta. -¿Cómo te ha ido, Paco? -.
Vaya Patricia, parece que hayas descrito una de mis intervenciones en un antro de carretera al que suelo frecuentar. Me pagan bien y me desdoblo en quien también soy. Ahora en serio, muy divertido; la segunda lectura lo hace aún más.
La vida es un zoo ilógico, ya tu sabes.
Un saludo y enhorabuena.
Hola Sergi!
Agradezco de corazón tus palabras. Sabes que soy un microorganismo en esta biodiversidad literaria.
Un placer que te haya divertido.
Nos vemos peñiscoleteando ;D
Me gusta cómo cuenta lo que siente el protagonista, al interpretar su papel de travesti, transmite muy bien sus sentimientos. Buen cierre, un heterosexual también puede ser “drag queen”, suerte.
Saludos.
Buen relato de una dolorosa metamorfosis.
Felicidades.
Bella historia de una METAMORFOSIS que, a medida que pase el tiempo, todos iremos viendo de lo más normal. Incluso para aquel que la acomete cada día.
Enhorabuena y suerte.
Aquí el único monstruo que veo está en las miradas de quienes no lo puedan entender. Lástima que el se sienta así.
Lo has narrado tan bien que has logrado ponernos bajo el maquillaje de esta persona.
Suerte.
Has teñido de cotidianidad una historia que como muchas de las historias tristes que suceden, pasan inadvertidas y se esconden en vidas y sentimientos que pasan casi siempre inadvertidos. Mucha suerte 🙂