56. ESCONDIDOS
Aunque en casa se empeñaron en ocultármelo, pronto supe que soy un monstruo. Desde que los descubrí al otro lado, siempre los observo. Sueño con hacer deberes como ellos, con dormir sin frío, con llorar por algo, sonreír por nada. Cómo desearía que el escondite fuera solo un juego, no una condena.
Todos los niños saben que existimos. Todos. Y conocen de sobras dónde nos ocultamos. Pero nunca se asoman solos. Siempre se esperan a que haya algún adulto con ellos para hacerlo. Hasta se dejan convencer, por esa noche, de que tan solo nos están imaginando. Y un día crecen y dejan de creer para siempre en nosotros, rompiendo así cualquier posibilidad de comunicarnos. Si no lo creo, no lo veo. Así es para ellos.
De todas formas, yo no pierdo la esperanza de que alguna vez un niño se atreva, antes de que lleguen sus padres, a mirar bajo la cama, en el armario, tras la puerta o en ese rincón oscuro, y me descubra al fin. Si eso ocurriera, me hallará preparado para tirar con fuerza de su mano, de su pierna, de su ropa, y saliendo de mi escondite haré que, entonces, le toque a él.
Compañero, el tema está muy trillado, pero tú lo tratas excelentemente y queda muy fresco. Además le aportas lo del juego. Me gusta mucho. Para redondear lo coronas con la excelente y preciosa «Si no lo creo, no lo veo». Gran relato, te diría que tienes sitio en la lista, pero en este lugar nunca se sabe.
Abracísimo.
Jo, qué poco original te debo parecer, siempre me pillas con temas trillados!
Es broma. Muchas gracias, Barlon.
Otro abrazo
Qué triste la vida del monstruo. Siempre me han dado mucha pena. Me han encantado frases como «dormir sin frío, sonreir por nada, que el escondite sea un juego y no una condena». Como siempre, genial. Un abrazo.
Gracias, niña. Pero genial eres tú, y lo sabes (no quiero emular a Julio, ni mucho menos, esta expresión ya existía de antes. Faltaría más!!)
Otro, ¿segundo del día?
Muy bello. Me gusta cómo vas desentrañando poquito a poco esas ansias del monstruo por dejar de serlo.
Te deseo mucha suerte.
Me alegro de que se vea esa necesidad que tiene de dejar la parte fría. Gracias, Tom.
Te deseo lo mismo. Un abrazo.
Pobre monstruo, en el fondo me da pena que nunca logre coger al niño. Muy buen relato.
Ya, a mí también me da. Pobrecillo, la de años que llevará, y todo por los adultos, que son la leche de paternalistas.
Abrazos, Blanca.
Buena esta historia desde el punto de vista del monstruos que asusta a los niños, al estilo de “Monstesr Inc.” Me gusta, suerte.
Saludos.
Ay, Beto, es que con esto de no tener niños en casa me las pierdo todas. Pero voy a buscar la sinopsis y alguna escena por ahí.
Gracias. Un saludo.
He visto por ahí a Boo la niñita de Monstruos S.A
El relato me ha encantado tiene mucha «chicha». Frases preciosas llenas de lirismo.
Mucha suerte.
Esta es otra diferente a la que dice Beto, no? Uf, se me acumula la faena.
Ya hace un tiempo Antonia me dijo que una imagen de un relato mío era casi clavada a una escena de una peli para niños que tampoco había visto. Ahora no recuerdo la película. No, si al final va a ser cierto que soy un churro de original!!!
Muchas gracias, Virtudes.
Te deseo lo mismo.
Un final de miedo y un relato de premio.
A mí también me dio un repelús cuando lo imaginé, Lorenzo. De verdad, soy muy cagao con estas cosas. Y de lo otro, pues tampoco me preocupa demasiado. Con que guste…
Un abrazo grande.
Que bonita historia, ¡que solo leo a ese monstruo!
Solo, taciturno, frío y pálido, ¿verdad, Reve?
Gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Un relato donde curiosamente el monstruo quiere dejar de serlo, quiere soñar, arroparse, reír sin motivo…solo quiere dejar este oficio al que está condenado y ser libre. Buen final, al acecho de que algún día el niño se descuide y pueda ocupar su lugar.
fantástico como siempre.
Un abrazo.
Lo has resumido muy bien, Mª Belén. Así es. Simplemente.
Gracias por comentarlo. Un abrazo.
Una vez más me ha gustado mucho como has imaginado y sobre todo esa manera tan fresca y bonita de explicar que te deja esa singular sensación de haber leído a Miguelángel Flores, que siempre te deja con esa sensación de: da igual lo cansado que esté, yo me quiero leer otro. Enhorabuena Miguel. Mucha suerte 🙂
Tú, Toni, es que me miras con unos ojos… Vamos, y yo encantado, sabes del aprecio que te tengo también.
Un abrazo enorme, niño.
¡Enhorabuena, Miguelángel! Este año tienes que ir a Santander, sin falta, como hacen Paz y David. Un relato del otro lado y de niños, como a ti te gustan, cocinados. Me alegro un montón.
Pues sí, este año voy a hacer lo posible para ir, que ya toca. Y se os ve que pasáis de P. madre. Así, que…
Grande el niño Flores , elevado aquí a la categoría de monstruo Flores. Enhorabuena.
PD. Vente a Santander porfi, porfi, porfi.
Grande es lo tuyo, niña, con el premio que has ganado. Eso sí que no se lo salta un galgo, tú. Y cómo me alegro. Ahora ya deseando echar un ojo a Celeste… Y, claro, como le digo al Sr. Ximens, este año voy sí o sí.
Un besazo, ReCompañera.